Vuelvo a echar el sobre con su nombre y el mío escrito con una hermosa caligrafía de color negro. Walter observa por ambos lados la solitaria carretera, ningún auto se ha dignado a pasar y me sorprende porque, a pesar de no ser una ruta muy comercial, al menos pasan dos o tres autos por hora.
—Creo que lo mejor será regresar —Señalé el lado por donde vinimos.
—No recuerdo haber visto una gasolinera. Mejor sigamos adelante. —Pensé que caminaría hacia donde dijo, pero dio la vuelta. Lo seguí con la mirada hasta que se detuvo detrás del auto—. Necesito tu ayuda para empujar hasta la más cercana.
—Será más fácil seguir sin él.
—No lo voy a dejar a mitad de la nada y no pienso dejarte sola tampoco a ti.
—Que considerado —murmuré andando hacia él y posando mis delgados brazos sobre la cajuela.
No sé cuánto duramos empujando, pero mis piernas se resistieron a seguir con un auto que me triplica el peso. No hay señal de una sola gasolinera, en las orillas de la carretera no hay postes ni cabinas telefónicas de S. O. S, usuales desde hace unos años.
Saco mi celular para ver si, al menos, consiguió una barrita de señal, pero nada, sigue sin servicio.
—¿Sabes, Reed? Creo que te equivocaste de ruta.
—¿Por qué lo dices? —su voz se escucha ronca por la falta de agua, y agitada por el arduo ejercicio.
—Porque siempre que voy a mi casa por la autopista tengo, al menos, dos barras de señal.
—Estamos en el camino correcto —indicó, pero solo me encojo de hombros. Sé que no estamos en la ruta correcta, tal vez no vio una desviación o se equivocó. El camino parece un desierto a punto de nacer, con sus últimos retoños en su superficie. Los pocos árboles que hay están distanciados entre sí. Solo falta que una planta rodante aparezca junto a la música del lejano oeste.
Observé con más atención el entorno, después a mi celular y posteriormente a él.
—Tengo un plan; no es bueno, pero es un plan. —Me detengo mirando detrás de él, a varios metros de distancia.
—No sé si confiar en ti.
—¿Tienes opción?
***
—¡Solo empuja un poco más, Greyson!
—No eres exactamente una pluma, cariño. —gruñe con voz entrecortada.
—Pero que tierno eres, amor —dije con sorna.
—¡Solo alcanza la maldita rama!
—¿Con esa boquita besas a tu madre?
—Rodríguez.
—Bien, estírate más, ya casi la tengo.
—¡Eso dijiste hace rato!
—Pero al parecer perdiste fuerza y ya no está a mi alcance.
Guarda silencio y yo también, estiro mi brazo, sintiendo como los músculos y nervios se expanden a su máxima capacidad. Gruño al sentir un feo, horrible, estirón en mi hombro.
—¡Lo tengo! —exclamé colocando ambas manos sobre la superficie—. Ahora empújame, mis brazos son débiles como para subirme después de empujar un auto.
—Sigo pensando que es una pésima idea.
—Ya estoy aquí, Reed. Solo obtengo una barra de señal, llamo y bajo. NO es tan difícil
ESTÁS LEYENDO
¿Enamorados? Imposible (Les amoureux #1)
Novela Juvenil¿Hay algo peor que un chico, el cual te consiguieron tus amigas casamenteras, te robe tu billetera y celular? Oh, claro que lo hay. Un ejemplo es el drama que se convirtió la vida de Christina al decirles a sus amigas que tenía novio (aunque este no...