Jasper Higgins no estaba acostumbrado a los malos comentarios. No estaba acostumbrado a ser señalado, al menos no por algo que no le pareciera. Por esa razón, el día de hoy su humor no era el mejor.
De cualquier modo, hoy era miércoles, eran las seis y a pesar de que iba tarde y parecía no importarle en lo más mínimo como en otras ocasiones, terminó de ducharse lo más rápido posible.
Debía poner una buena cara, a pesar de que por dentro estaba muriendo de rabia.
¿Detención?
¿De verdad el profesor Johnson se había atrevido a mandarlo a detención?
Eso no era algo bueno, no para él que tenía un historial muy impecable. O al menos así era hasta el día de hoy.
Lo peor de toda esta situación, era que no había logrado verse con Cristie después de clase tal y como se lo prometió. Eso también lo tenía bastante frustrado.
Empezaba a cansarse de toda esta situación. No podía dejar de hacerlo, porque la chica realmente le gustaba, le hacía sentir cosas que hacía mucho no sentía, sin embargo, al final del día, la culpa lo carcomía en cuanto se encontraba con Valentine.
Su Valentine.
Llevaban cinco años juntos. Sin contar todos esos años de amistad que tuvieron desde que eran un par de niños.
Antes de Cristie, solo se veía a su lado. Yendo a la universidad juntos, casándose. Tal vez teniendo un par de hijos si es que Val así lo deseaba. Pero ahora, le abrumaba el hecho de pensar que no podía estar con quien realmente le gustaba.
Pero... ¿Qué era lo que realmente lo detenía?
Claro. Que, a pesar de todo, amaba a Valentine. Tal vez ya no del mismo modo, pero no quería lastimarla.
Con ese pensamiento, terminó de alistarse y, como cada miércoles por la tarde, condujo hasta la casa de su novia para recogerla.
Al llegar, y tras tocar la puerta, le abrieron de inmediato colgándose de su cuello. La sostuvo, abrazando su pequeño cuerpo.
—Creí que algo malo te había pasado—Habló con preocupación.
La separó un poco de él, para verla a la cara. Contempló su rostro. Ese precioso rostro angelical con el par de motas azules que adornaban sus ojos. Su boca, esa que sólo él había tenido el privilegio de besar, era pequeña, pero los labios eran carnosos y rosados. Y ni hablar de su cabellera rubia y sedosa que terminaba con aquella descripción de la mujer perfecta.
¿Qué le sucedía?
¿Por qué el recordarse que era así de preciosa no lo hacía no querer nada más?
Se inclinó dando un pequeño beso en los labios de su novia. Le sonrió levemente.
—Estoy bien. Solo había algo de tráfico y si mi madre se entera que voy al teléfono mientras conduzco va a enojarse.—Mintió.
Había visto mensajes. Había escuchado las llamadas. Pero no había contestado porque el tenerla alrededor lo empezaba a poner nervioso.
Simplemente no podía con la culpa.
—Tienes razón—Lo apoyó, como lo hacía en todo, todo el tiempo.
Aún así, lo abrazó por última vez, absorbiendo el aroma que él desprendía. Tan tranquilizador y familiar para ella.
—¿Qué quieres comer? —Preguntó al salir de la sala del cine.
Ni siquiera había logrado prestarle atención a la película. Como era costumbre últimamente, en su cabeza se planteaban las diferentes escenas que podían ocurrir si se lo decía a Valentine. Y ninguna era favorable.
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Alusión
Teen FictionDespués de romper con Jasper, Valentine se da cuenta de lo sola que está. Por esa razón, tras conocer a Lowell y convencerlo de ayudarle a ser la número uno en la lista de chicas más bonitas del instituto, se envuelve en la extraña y misteriosa vida...