Cap.18-Ausencia

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VALENTINE

Los días pasaban cada vez más lentos. Por alguna extraña razón, caminaba de manera automática y todo el tiempo veía a mi alrededor, simplemente intentando saber si había asistido.

Había pasado una semana ya, y Lowell no veía mis mensajes, no contestaba mis llamadas, y tampoco se presentaba a clases.

Los primeros días había insistido tanto en contactarme con él, para saber como estaba. Los profesores me preguntaban todo el tiempo y yo ya no sabía como más excusarlo.

No me preocupaba meterme en problemas por el hecho de que no estuviese cumpliendo con mi deber como tutora, me preocupaba lo que realmente estuviese pasando con Lowell.

La última vez que lo vi, fue aquel día en el que esa señora se presentó en su casa. Nunca lo había visto así. Ni siquiera cuando había agarrado a Hanson por la playera para amenazarlo se había puesto de ese modo.

Realmente me había asustado y tal vez se debía a que nunca nadie me había agarrado de aquella manera tan brusca. Realmente llegué a pensar que, de no ser por su amigo, Lowell me hubiese golpeado.

Sacudí mi cabeza, borrando aquel pensamiento. Ciertamente, no tenía mucho que lo conocía, pero, a veces, sentía una conexión tan especial con él que nunca había sentido con absolutamente nadie más.

¿Era pronto para decir que lo quería?

Una vez, Rayner me había dicho que tú no elegías a quien querer. Simplemente ahí estaba el sentimiento. Y con Lowell justamente eso era lo que pasaba.

Estos últimos meses me había acostumbrado tanto a su presencia que había pasado un día, dos días y así sucesivamente, extrañándolo.

Cerré la casilla y sonreí, o al menos eso intente, al encontrarme con Griffin. Me saludó, acercándose a mi. Estos últimos días, debido a que no veía a Lowell a mi alrededor, se atrevía a acercarse por más tiempo. Incluso había pasado uno que otro receso conmigo al ver que estaba sola.

-Hola, guapa-Me saludó, besando mi mejilla.-Oye, te tengo buenas noticias.

-¿A si?

Asintió antes que de su bolsa sacara la playera oficial del equipo de la escuela. Cubrí mi boca y lo abracé en seguida, dejándole ver que de verdad estaba emocionada por él.

Sus brazos me rodearon, abrazándome de regreso casi de inmediato. Platicamos un poco sobre cosas de futbol que medio comprendía porque había escuchado miles de veces hablar sobre eso a Lance y a Zev.

-¿Tu amigo aún sigue mal? -Quiso saber.

Para Griffin y para toda la escuela, Lowell estaba tirado en cama con lo que parecía un resfriado, pero que según el doctor, parecía algo más.

Asentí, recordando porqué me encontraba decaída minutos antes.

-¡Eh, Smith! -Le gritaron, haciéndole voltear a ver.

Asentí, cuando volteó para ver si me parecía bien dejarme sola. Sonreí y asentí para que no se preocupara y fuera con sus amigos.

Realmente, no importaba si alguien se sentaba o no conmigo en el almuerzo. Por alguna razón, si no se trataba de él, yo me sentía como los primeros días en los que Jasper me había dejado. Completamente sola.

Intentando recomponerme, caminé hasta la clase de matemáticas, que ciertamente últimamente no era mi favorita.

A la hora de la salida, guardé todas mis cosas en mi casilla. Afuera estaba nublado y sabiendo que debía tomar el autobús, corría el riesgo de que mis libros se mojaran. Me coloqué en la pestaña del edificio, dirigiéndome al campus. La entrada estaba pasando el jardín delantero, y por primera vez me alegré de traer botas. Al menos mis zapatos iban a estar a salvo.

Cuando estaba a punto de salir, sentí como alguien me tomaba del codo, haciéndome voltear.

Sonreí, saludándolo.

—Llevó días sin poder hablar contigo, Valu.

—Lo sé... No estoy en mis mejores días.

—Me doy cuenta. —Asintió —Te vez más decaída que el día en que Jasper rompió contigo.

Intenté sonreír. Me sentía peor que esos días si era sincera.

Cuando Jasper terminó conmigo, habíamos terminado de buena manera. Aún podíamos ser amigos, a pesar de que no era lo que yo quería, sabía que ahí estaba.

Sin embargo, ahora me sentía sola. Extrañaba bastante a Lowell y sentía que realmente él ya no iba a querer verme después de que había contemplado aquello.

Durante mucho tiempo me pregunté ¿Quién era esa mujer? ¿Por qué le había afectado de esa manera su presencia?

Tal vez, por esa razón él nunca quería contarme nada de lo que pasaba en su vida.

—¿Valu?—Noel me había movido un poco por los hombros, sacándome de mi ensimismamiento.

—¿Ah? —Aún estaba atontada, sintiendo pena porque parecía que esperaba una respuesta de algo que yo no había escuchado.

—Te decía que para mi cumpleaños haré una pequeña reunión en mi casa.

Lo miré, completamente extrañada.

—¿Tú? ¿Una pequeña reunión?

Era algo de no creerse. Él se la pasaba de club en club y siempre aprovechaba fechas como esas para arrastrarnos a todos.

—Si, bueno, la última experiencia no fue la mejor—Rascó su cuello, no pude evitar sonrojarme—Lo hice principalmente porque quiero que te sientas cómoda. Puedes llevar a tu amigo.

Sonreí, levemente, porque probablemente me hubiera emocionado. Me gustaban ese tipo de reuniones, pero ahora tenía la sensación de no querer hacer absolutamente nada.

Asentí.

—Está bien. Le diré a Low—Mentí.

—De acuerdo.—Dijo antes de abrazarme con fuerza. Reí cuando me levantó del suelo.

A esto era a lo que me refería.

Estaba tan acostumbrada a la manera tan cuidadosa en la que ellos me trataban, que el simple hecho de sentir que Lowell se ponía agresivo en mi contra, me había asustado. Era inevitable. Era algo a lo que no estaba acostumbrada y que desde mi punto de vista no estaba bien.

Como había dicho su amigo, yo no tenía la culpa de lo que fuera que estuviese sucediendo, y tampoco estaba al tanto, porque él parecía nunca querer decirme nada.

Quería enojarme con él por como me había tratado, pero lo único que obtenía era enojarme conmigo misma, por estar preocupada y por estar deseando que respondiera si quiera alguno de mis mensajes.

Cuando llegué a casa, me sorprendió ver a mamá presente. Nunca estaban, puesto que tenían turnos completos en el supermercado de lunes a sábados.

De cualquier modo, me acerqué a saludarla mientras el olor de las fajitas llenaban mis fosas nasales.

—¿Dónde está Lowell? —Preguntó. Creo que se había acostumbrado a que al llegar, él estuviese en casa. Incluso, cuando se dio cuenta que era el que se acababa la comida que ella dejaba para papá, había iniciado a hacer comida extra para él.

Los días anteriores, cuando llegaba y no lo encontraba en casa, solía mentirle diciéndole que se había tenido que ir temprano. Por alguna extraña razón, no me gustaba echar de cabeza a las personas que me importaban con mamá, porque la conocía y sabía que iba a terminar odiándolos.

Y a pesar del enojo, no quería que odiara a Lowell. No cuándo ni siquiera yo podía hacerlo.

—Él... Tuvo unos asuntos importantes que hacer. Tal vez mañana venga.

—Es una lástima. Hice comida de más para él.

Sonreí levemente, pero no dije nada más, al menos no algo sobre Lowell. No quería estar pensando en él, porque me ponía triste, pero era imposible, porque al parecer no solo yo me había acostumbrado a estar con él. Al parecer todos a mi alrededor lo habían hecho y el que no pararan de preguntarme solo lo hacía más difícil.

AlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora