Cap.72-Días de mierda

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Samadhi

Lo escuché murmurar que no quería mientras lo jalaba por los pasillos vacíos del instituto. No le hice caso y continúe tirando de él hasta que llegamos a un pequeño cuartito de intendencia.

Miró alrededor con desagrado antes de mirarme a mi de la misma forma.

-Te quiero agradecer-Fui honesta.

-¿Qué se supone que hice para obtener tan poca recompensa?

No deje de sonreír.

Hacia bastante tiempo que no me sentía de este modo.

Mordí mi labio mientras jugueteaba con el borde de sus jeans con coquetería. Miró ese sitio y después me miró a mi con una ceja enarcada.

-Me ayudaste a enfrentar mi problema más grande. Creo que mereces un premio.

-¿Y no pudiste dármelo en un lugar menos horrible?

Rodé los ojos, pero aún así jalé de él, levantándome para poder pegarlo más a mi.

-No sabía que tenías fetiches tan extremos.-Murmuré mientras pasaba la punta de mi nariz por su cuello. Sentí como se tensaba.

Mi mano en sus jeans los desabotonaron y colé mi mano escuchándolo respirar con dificultad cuando tomé su miembro entre esta, estimulándolo. Continué así hasta que sentí como estaba lo suficientemente duro como para pasar a lo siguiente, lo empujé hasta hacerlo recargarse contra un pequeño estante. solo entonces me arrodille frente a él y bajé un poco sus jeans, liberándolo.

Miré hacia arriba, él me veía con la boca entreabierta y la respiración entrecortada, esperando expectante.

Rocé un poco los labios contra la punta del glande.

-Mierda...-Murmuró con voz ronca.

Su cabeza se echó hacia atrás y cerró su ojos en el momento en el que tras haber acariciado un poco todo el tronco con la lengua, lo metí por completo a mi boca.

Y es que ni siquiera sabía si era la forma correcta de agradecerle, sin embargo, Lowell parecía disfrutarlo bastante. Una de sus manos se aferró al borde del estante en el que estaba recargado y la otra fue directo a mi cabeza, sosteniendo la coleta de caballo que traía. Sentí como todo empezó a cosquillearme allá abajo en cuanto el inició a guiar los movimientos de mi cabeza, sin importarle nada más que su propio placer.

Y es que ¿Qué se suponía que había hecho este imbécil de dos metros para tenerme agradeciendo de rodillas?

Todo inició una semanas atrás. Después de que me pidió que vigilara de cerca a Conrad a cambio de un buena remuneración. Lo hice y para la suerte de ambos, ese imbécil de verdad estaba portándose bien. No había asistido a ninguna pelea y de hecho sabía de buena mano que discutía mucho con Jeray porque se la pasaba mucho tiempo distrayéndose con Valentine.

Esa tarde fui hasta su casa a hacérselo saber, aprovechando que sabía que Valentine no estaría con él y bueno... terminamos follando otra vez.

Después otra vez y otra vez y bueno... se volvió algo normal entre ambos.

Él parecía dispuesto a dejarse llevar con tal de tener un orgasmo y yo con tal de olvidar todo lo que en ese momento me atormentaba.

Sentía que si Lowell me tocaba era una forma de burlarme de todas esas veces que George me decía que yo era suya. Que le pertenecía y que jamás iba a cambiar aquello.

Esta era mi forma de mandar a la mierda todas sus palabras. Un buen polvo con el rubio me hacía sentir bien. Me recordaba lo mucho que me gustaba tener sexo antes, porque con él, a diferencia con George, lo disfrutaba bastante.

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