Nunca se me había complicado ir a la escuela. Ciertamente, era como mi segundo hogar, la mayor parte del tiempo me la pasaba ahí, estudiando. Justo el día de hoy, mis pies pesaban y como si el día se hubiese combinado conmigo, estaba nublado.
Terminé de colocarme una sudadera negra y unos pants del mismo color. Parecía que iba a llover en cualquier momento y, a pesar de que había dicho que dejaría de lado todo este teatro que estaba montando, justamente ayer, tras ver lo perfecta que era su nueva novia, al ver como parecía ser el centro de atención, simplemente... Era como si quisiera demostrar algo.
Coloqué mis tenis blancos y me hice un moño alto antes de mirarme al espejo. Lowell me había dicho...
Lowell...
Ni siquiera había podido hablar con él en todo el fin de semana. No había manera en la que me disculpara, porque, a pesar de todo, él tenía razón. Él no tenía la culpa de lo que me estaba sucediendo ahora y seguramente ya no iba a querer hablar conmigo.
Sequé mis lágrimas antes de que empezara nuevamente con ese llanto que sabía sería eterno.
¿Por qué Dios me había hecho tan llorona?
Incluso me sorprendía por el hecho de que en estos últimos días no me la hubiese pasado llorando.
Bajé al comedor. Hoy no tendría la primera clase por lo que me tocaría desayunar junto a mamá y papá, por lo que, cuando llegué a la cocina, mi padre ya estaba sentado degustando lo que mamá había cocinado para él.
Me senté a su lado, le sonreí cuando él lo hizo.
Todas las mañanas, antes de ir al trabajo bebía una tasa enorme de café. Nunca era buena idea pedirle un sorbo. No si eras yo y no tenías tolerancia a la cafeína. De ser así, terminarías en urgencias por taquicardia.
—Vas muy... Indecorosa hoy, flaca—Mencionó papá.
Ya no estaba molesto, sin embargo, me había hecho prometerle que utilizaría esa ropa y no la dejaría echarse a perder en mi armario.
Él conocía a la perfección a su creación.
—Hace mucho frio afuera. A parte, Lowell eligió esta sudadera para mi —Señalé.
—Lowell, Lowell, Lowell. Ese nombre es el que más he escuchado estos últimos días—Mamá se sentó a mi lado, con su taza de té de manzanilla. Ese si lo toleraba, sin embargo, lo odiaba. Más porque mamá lo tomaba sin azúcar.—¿Algún día tendré la oportunidad de conocer a tu nuevo amigo?
—Claro... —Hablé, sin ánimos. Era evidente que no iba a suceder después de la noche del viernes.—Tal vez luego.
—¿Hoy saldrás con Jas? Hace días que no lo veo.
—No. De hecho él ha estado muy ocupado con sus créditos para la universidad.
Y paseando y presumiendo con todos a su nueva novia.
Bien basta.
No llores, Valentine.
Me apresuré a comer mi desayuno mientras ellos platicaban sobre los gastos de la casa y de la universidad en la que estaba Rayner. El año pasado mi hermano había conseguido la beca de excelencia, por la cual la universidad se comprometía a pagar el sesenta por ciento de las mensualidades siempre y cuando él no abandonara el buen promedio que llevaba.
Había sido un enorme alivio para el bolsillo de mis padres.
Empezaba a sentirme mal por haber tomado aquella decisión de gastarle la quincena entera en ropa.
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Alusión
Novela JuvenilDespués de romper con Jasper, Valentine se da cuenta de lo sola que está. Por esa razón, tras conocer a Lowell y convencerlo de ayudarle a ser la número uno en la lista de chicas más bonitas del instituto, se envuelve en la extraña y misteriosa vida...