𝐌𝐔𝐋𝐓𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 | TBY II

51 ━━ IT NEVER WAS.

𝕺𝖒𝖓𝖎𝖘𝖈𝖎𝖊𝖓𝖙𝖊

Hace exactamente una hora que la explosión devastadora en Central Park había sucedido. Una nave estaba estrellada y se sospecha que aquella explosión fue intencional. Pero eso, a ella no le importaba.
Lo único que su mente podía reproducir, eran las palabras de su propio padre.

"Yo la maté" murmuró adolorido por una bala en su hombro.

Había pasado años de su vida tratando de recordar a la hermosa mujer que la crió y defendió hasta donde pudo. De vez en cuando, soñaba con ella y creía firmemente que eran más bien recuerdos. Y los atesoraba con toda su alma. Le hicieron creer que su madre, Ania, había muerto por un terrible cancer. Y ahora, hace una hora se acaba de enterar que su madre fue brutalmente asesinada por su propio padre, quien solo terminó con su vida para poder ejecutar el plan inicial que tenía para ella.

Su cuerpo dolía por la batalla que tuvo contra aquellos agentes que ayudaban al señor Rickman, había sangre en la cicatriz de su ceja derecha al igual que en su labio partido. Aún las lágrimas no se habían ido de su rostro, lágrimas que derramo mientras ese hombre sin escrúpulos confesaba ese terrible crimen.

Se había negado a hablar. Natasha, quien había conseguido su confianza insistió en hablar con ella, ya que conocía el trauma de conocer una terrible verdad. Pero ella se negaba, estaba en un estado de shock. Callada.

Su mirada estaba perdida ya que en su mente se reproducían miles de escenarios sobre la muerte de su pobre madre. ¿Veneno, acaso? ¿Una brutal golpiza? ¿Plomo en su cien? Jamás lo sabría y, francamente, no sabía si aquello le aliviaba o solo empeoraba todo.

Relamió sus labios ya que estos estaban resecos, sintiendo el sabor metálico de su propia sangre. Ni siquiera se inmutó cuando la puerta de su habitación que le habían asignado en la base de los Vengadores, se abrió.

Steve, quien había presenciado la escena de cerca y había salvado su vida, sacándola de aquella explosión y cubrirla con su escudo, entró a la habitación.

Suspiró al ver como ella aún tenía la sangre en su rostro, no se había ni cambiado el atuendo. Tomó el botiquín de primeros auxilios que se encontraba sobre el escritorio de la habitación y tomó asiento a su lado.

Abrió aquella caja y sacó alcohol y algodón. Lo remojo con aquel líquido y lo extendió a su ceja, pero antes de que el algodón tocara su piel, susurró.

—¿Puedo?—

Ella parpadeo un par de veces, saliendo de su trance. Asintió levemente.
Steve así pudo acercar el algodón remojado en el líquido y limpió la sangre que salía de su herida. Conforme la limpiaba, de vez en cuando miraba su semblante, intentando descifrar lo que aquellos ojos azulados y tristes querían decirle.

Acercó el algodón a su labio partido y ella jadeó levemente al sentir un leve ardor.

—Lo siento...— susurró apenado. Termino de limpiar la sangre y dejó a un lado el botiquín.

El Capitan Rogers suspiró pesadamente, se sentía extremadamente culpable por no saber que decir en estas situaciones.