El equipo que nunca fue planeado se dirigía hacia la ciudad donde al parecer, todo comenzó. O más bien, donde la historia de la gemela Maximoff culminó. Hace ya varios meses que no iba aquella ciudad que quedó devastada por su magia, no tenía las fuerzas para regresar allí y recordar todos los momentos felices que había pasado junto con su familia.
Se había ido de allí, dejando su alma y su vida entera en aquella casa que nunca fue construida. Solo ella pudo construirla en su subconsciente y en su corazón. Realmente no deseaba regresar a Westview, pero tenía que. Se sentía extremadamente culpable por toda esta situación, aunque ella no sabía que ella no fue la causante de soltar la gran guerra multiversal que apenas comenzaba.
Verse se encontraba sentada en el auto con el soldado a su lado, ya que el trayecto no era muy corto y tenían que pasar algunas horas en carretera, se acomodó ligeramente, recostando su cabeza en el hombro de Barnes. Bucky sonrió con tal acción e igualmente recargó su cabeza sobre la suya con cuidado. Miró hacia abajo, mirando cómo su mano tomaba su mano biónica, entrelazando sus dedos entre sí.
Soltó un suspiro y por el ambiente del viaje, su mente comenzó a divagar. Imagino la reacción de la rusa al mostrarle el anillo que estaba por comprarle, le gustaba imaginar que ella le encantaría y aceptaría juntar sus vidas, aunque no descartaba los pensamientos de un posible rechazo. Al imaginar aquello, su corazón se aceleraba. Los dedos de la chica comenzaron a trazar las líneas doradas y brillantes de su mano biónica. El aveces notaba que siempre tomaba su mano o le gustaba analizarla con detenimiento, no lo entendía. Pero ella lo hacía porque le parecía fascinante aquella parte de su cuerpo, con un diseño elegante.
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Sonrió al ver sus delgados dedos jugar con los suyos y acercó su mano a sus labios, depositando un beso en el dorso de esta. Verse elevó la mirada y recargó su mejilla para mirarlo, sonriéndole dulcemente.
—¿Por que no duermes un poco?— Barnes susurró solo para que ella lo escuchara.
—No tengo sueño, tu si ¿Cierto?— ella susurró de vuelta.
El soldado solo pudo cerrar sus ojos y abrirlos lentamente, estaba exhausto. La rusa sonrió con diversión y se enderezó. Se sentó correctamente y atrajo la cabeza del soldado a su pecho para que pudiera recostarse y aunque sea dormir el par de horas que les quedaba de viaje. Bucky se acomodó hasta que estuvo cómodo entre sus brazos y cerró sus ojos, suspirando con tranquilidad.
La rusa acarició sus cortos cabellos y depositó un beso en su cabeza, para seguir mirando por la ventana del auto el camino, ya era algo tarde y poco a poco el sol se escondía, supuso que llegarían a Westview cuando el cielo ya estuviera estrellado.
