87 ━━ VIENNA.

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𝕺𝖒𝖓𝖎𝖘𝖈𝖎𝖊𝖓𝖙𝖊


El Capitan Barnes intentó calmarse y cerrar sus ojos, inhalando y exhalando con serenidad. Alguna vez escucho que si deseas algo con todas tus fuerzas, esto puede llegar a pasar. Y así lo hizo. Deseo ese momento mientras se concentraba, recostando en su cama que alguna vez llegó a compartir con ella.

Duró varios segundos con los ojos cerrados. Trató de pensar en la única persona que lograba sacarle sonrisas genuinas. Ella. Pensó en la primera vez que unieron su cuerpo como uno, la primera vez en la que ella le confesó lo mucho que lo quería, todas las veces que la consoló y trató de hacerla sonreír, y la vez cuando el confesó el inmenso amor que sentía por ella. Aún recuerda haberla visto llegar a la base, tan solo era una joven de quince años que había sido forzada a someterse a diferentes experimentos, otorgándole otro poder aparte del que ya tenía en sus venas, ser una bruja.

No supo que decir cuando se la asignaron para entrenarla y convertirla en la mejor arma de todo Hydra, tan solo acató las órdenes ya que aún era el soldado del invierno y no el gran Capitan Barnes. Pronto el comenzó a tomar confianza con ella, de vez en cuando charlaban sobre lo que sentían en sus pechos, habían forjado una amistad sin planearlo.

Pero conforme ella crecía y cumplía la mayoría de edad, y el aumentaba sus años, cumpliendo sesenta, setenta, ochenta... aún luciendo como un hombre mucho más joven de lo que era, pudo darse cuenta que el no sentía solo amistad por ella. Deseaba tanto tomarla en sus brazos y besarla para callarla de una vez por todas, sentirla cerca en todo momento y tenía que admitir, que llegó a soñar con ella. Sueños que aveces lo hacían abrazar la almohada deseando que fuera ella en realidad, oliendo su cabello y sintiendo su respiración contra su pecho, y otros sueños que lo hacían despertarse de golpe, acalorado, sudando y jadeando agitadamente.

Estaba mal para el. Estaba mal soñar de esa manera con la hija de uno de los mayores superiores de Hydra. Estaba prohibido en pocas palabras, ella era prohibida para el, y eso solo lograba incrementar el deseo que tenía por ella.

Su cuerpo reaccionaba a ella sin poder controlarlo. Agradecía y lamentaba al mismo tiempo cuando la tenía que ayudar a acomodar sus puños para una defensa bien hecha. Sentirla cerca mientras entrenaban era como un delirio para el, su aroma y su misma presencia lo hacían soñar despierto. Aveces ella hacía ligeros gestos como colocar su mano sobre su pecho o y pegar más su cuerpo al suyo para que pudiera aprender una mejor técnica para defenderse. Pequeñas acciones que aumentaban el deseo en el por ella.

Pasaba noches enteras sin poder dormir, ella se presentaba en su mente una y otra vez y por eso no lograba siquiera conciliar el sueño. Suspiraba con frustración al pensar cómo es que se sentiría tenerla con el, sentir sus labios y sus manos sobre el.

Pero cuando por fin pudo callarla de un beso apresurado y algo descuidado, sintió como el alivio llegaba a él. Como cuando se logra algo que se anhelaba con todas las fuerzas. No planeo nada de ello, solo su instinto y la atracción que sentía por ella lo llevaron a tomar tal arrebatada decisión, estampando sus labios contra los suyos para evitar que siguiera balbuceando lo molesta que estaba.

Tampoco planeo pasar la noche con ella. Mientras la desvestía, pensaba que se arrepentiría por dejarse llevar por su deseo. Pero todo ese arrepentimiento se desvanecía al recordar el inmenso placer que su cuerpo sentía al sentirla como siempre quiso. Sus gemidos y como ella rogaba por más y más lo hicieron olvidar todas las reglas, en especial la más importante...

𝐌𝐔𝐋𝐓𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 | TBY IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora