𝐌𝐔𝐋𝐓𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 | TBY II

47 ━━ OH NO, SOLDAT.

𝕺𝖒𝖓𝖎𝖘𝖈𝖎𝖊𝖓𝖙𝖊

—Oh, Verse. Que alivio que estás bien...— la doctora Lewis la miró con una sonrisa. —Mónica quiere hablar contigo.— asintió mientras miraba a ambos hombres detrás de ella.

La rusa asintió y se giró para mirar al soldado.

—Ahora vuelvo.— le indico y este asintió.

Mientras se alejaba hacia la oficina de la Capitana Rambeau, escuchó esa voz que comenzaba a odiar a sobre manera.

—¡Espero que no dejes a otro posible asesino suelto, hermana!— Stefan la miró desafiante.

La castaña siguió caminando, elevó su brazo para después hacer lo mismo con su dedo medio, sin dejar de caminar hacia dicha oficina.

Mientras tanto, Barnes miraba fijamente al hombre a su lado. Se encontraba bastante confundido con su presencia.
El ruso sintió su mirada penetrante y lo miró de vuelta.

—¿Que? ¿Asi miras a todos?— elevó una ceja mientras adentraba sus manos a los bolsillos de su pantalón.

—Solo cuando me disgustan.— Barnes sonrió ligeramente.

—Ah...— Stefan rio, confundiendo al soldado, quien no borró su semblante serio. —Ahora entiendo porque están juntos, ambos son un grano en el culo.— relamió sus labios con lentitud.

Barnes solamente decidió ignorar su comentario.

—¿Que haces aquí...?— busco la manera de llamarlo, ya que había olvidado su nombre.

—Stefan.— el ruso terminó.

—¿Que haces aquí, Stefan?— pronunció su nombre con hipocresía. —Tengo entendido que sólo la defendiste en una pelea callejera, ¿Por que tanta urgencia en que ella crea que en verdad eres su hermano?— Barnes no perdió la oportunidad de preguntar directamente.

—Deberías agradecerme, casi matan a tu novia allá afuera.— el ojizaul sonrió de costado.

Barnes suspiró mientras sonreía.

—No. Mi novia...— recalcó orgullosamente. —Se sabe cuidar sola.— afirmó. —Así que... ¿Te aburriste de tu vida y por eso vienes a joderle la vida a Verse?—

El sabía que cualquier pensamiento sobre la oscura familia Rickman le disgustaba completamente a la rusa.

Stefan sonrió de una manera específica, una sonrisa que extrañamente, al soldado le hizo recordar a la rusa.

—¿Joderle la vida? Me halaga, sargento. Pero, lo corregiré. No vine a joderle la vida a nadie, aunque lo parezca. Lo que Verse y yo tengamos entre nosotros, es asunto nuestro. No suyo, anciano.— susurró.

—Lo es.— el sargento endureció su semblante. —No soy violento normalmente, pero si hablamos de Verse... mataría por ella. Sin dudarlo. No me hagas perder mi indulto.— susurró de igual manera.

El ojizaul se acercó a él con el semblante frío.

—Oh, Barnes.... Créeme que sé más de ella que tú, y tengo el presentimiento que pronto sabrás todo lo que yo sé sobre ella.—