—¿Mamá?
La sangre no dejaba de fluir de debajo de su cabeza. Manaba de ella como un profundo manantial carmesí, extendiéndose por el suelo y surcando por las líneas que separaban los azulejos. También la pared delante de él se había manchado con los restos de algo viscoso y rosáceo que se deslizaba lentamente entre hilillos de sangre. No sabía lo que era, pero había salido despedido en el segundo que ella había jalado el gatillo, justo dentro de su boca.
"¿Dylan?"
"¿Se encuentra bien, Will?"
"Creo que está aturdido..."
Ella estaba tirada en el suelo, completamente inmóvil. Las piernas dobladas, la cintura ligeramente torcida, la falda de su vestido estaba arrugada y algo sucia parecida a una flor marchita. La mano que había sujetado la pistola ahora estaba a un lado de su cuerpo y el arma se había deslizado hasta unos centímetros de sus dedos. La sangre pronto también alcanzó a mojar la culata.
"¿Dylan?"
Se puso de pie lentamente. Todo su pequeño cuerpo temblaba.
"¿Dylan?"
Empezó a caminar hacia ella, sus pies creando sonidos de succión al pasar sobre la sangre pegajosa y fresca. Él tenía la cabeza gacha, pero cuando llegó lo suficientemente cerca, alzó ligeramente la mirada para echar un vistazo. Su corazón trastabilló mientras el horror lo estrujaba como una bestia arrancándolo a pedazos. Los labios de su madre estaban entreabiertos en una mueca grotesca, su rostro extremadamente pálido, y sus grandes ojos castaños, lo miraban, fijos y muertos.
—¡DYYLAAN!
Profundos y vivos ojos azules se estamparon delante de los suyos. Cuando Dylan volvió a enfocar su mirada en la realidad, grandes ojos azules (no castaños), como el vasto océano Atlántico lo examinaron con una extraña mezcla de preocupación y calidez, que le calmaron de forma gradual, la ansiedad de su agitado corazón. Por supuesto, alguien que tenía tal influencia en uno, solo podía tratarse de Will Solace.
Sin embargo, no era el único que lo estaba observando. Ojeando fugazmente su entorno, encontró que los demás también se habían acercado para rodearlo en un círculo y curiosear. Sus expresiones eran variadas, Ethan y el profesor Hedge lucían tan angustiados como Will, personas como Mark y los Stolls sólo se veían divertidos; murmurando y susurrando entre ellos, pero sin poder entender lo que decían.
Dylan regresó su atención a Will.
—¿Qué? ¿Por qué estabas gritando Solace —habló finalmente, sintiendo el sabor cobrizo en su boca al mover sus labios adormecidos—. No he ido a ningún lado.
—¿No? —La cabeza de Cecil apareció sobre el hombro de Will, como un globo flotante. Echó un bufido—. A mí me ha parecido que tu alma había abandonado tu cuerpo.
Dylan se apretó un lado de la sien con la mano y decidió no contestar. Porque era evidente que, lamentablemente, se encontraba más vivo que nunca, y en segunda, su cabeza le zumbaba a horrores y en lo único que podía concentrarse era en el irritante pitido que se oía en sus oídos. "Estúpido, di Angelo", su odio era tan potente que incluso por sobre el ruido, podía maldecirlo aún. La cara le dolía como si hubiese recibido la patada de un caballo. ¿Quién hubiera esperado que tuviera tanta fuerza en un condenado brazo?
Lo buscó con la mirada. La última vez que lo había visto, antes de desconectarse un rato de la realidad, el hijo de papi se encontraba al otro lado de la cancha, y acababa de verlo recibir su pelotazo, cuando consecuentemente, de forma deliberada, compartió un choque de puños con un regocijante Luke Castellan. Ahora mismo, Nico se hallaba elegantemente de pie en el mismo lugar. Sus ojos negros detallaban con malévolo brillo divertido, mientras le sostenían la mirada.