—¡Lou, espera!
Estoy persiguiendo su familiar estela, como cuando éramos niños y tenía que buscarla para ganar las escondidas. Tenía que alcanzarla, atraparla, antes de que desaparezca por completo. Solo debía explicarme mejor y ella entendería, ¿no? No pedía la gran cosa, yo solo quería tener el apoyo de mi mejor amiga, ¿estaba mal querer eso? Incluso si no le gustaba estaba nueva parte de mí, quería su aceptación, ¿eso me convertía en un egoísta?
—¡Lou, por favor, estate quieta un segundo! — Agarré su brazo e hice que me encarara con un brusco tirón, la miré, sus ojos verdes brillaban con lágrimas retenidas y tenía la nariz ligeramente roja. — ¿A dónde vas? — inquiero, con voz dolida — ¿Cómo puedes dejarme ahí tirado luego de lo que he dicho?
Mirándole a los ojos, solo quería que ella me comprendiera. Nunca había deseado algo tan profundamente, mientras la veía cerrar sus ojos por unos segundos, para luego, abrirlos con una fiera resolución impregnada en esos orbes verdes. Y sentí miedo, después de tantos años, (desde la muerte de mi madre) volví a sentir esa extraña presión en mi pecho; como un aguijón que atacaba mis pulmones y me quitaba el aire. Estaba aterrado, como aquel niño esperando que los doctores le dijeran que su madre había muerto.
Había un severo malestar en la boca de mi estómago cuando ella parecía decidida ahora a enfrentarme, y con las arrugas formándose en su frente, nunca se vio más parecido a su madre que justo ahora. Me distraje con estos pequeños gestos y detalles, para tratar de no acobardarme: El contorno de sus cejas, su nariz redondeada, uno de sus mechones insistía en querer rizarse sobre su oreja mientras las pestañas de sus párpados se oscurecían con lágrimas que no desistían.
La observaba con un mal presentimiento, hasta que ella abrió los labios y este presentimiento se hizo realidad.
— ¿Por qué? — Ella inició con la voz rota— De todas las personas que conozco, ¿por qué justamente tú? La persona menos indicada para serlo.
—¿Qué tiene? — Interrogué con el corazón en la boca, mi agarre haciendo presión sobre su brazo mientras imploraba en silencio, inútilmente: "Por favor, no me hagas esto".
—¿En serio tengo que ser yo quien te lo diga? — Negó, lentamente, la decepción gritando en sus ojos y haciendo trizas la esperanza en mi pecho — Will, ¿no puedes ver algo tan simple? Es como si estuvieras desperdiciándote.
Abrí mis labios, pero nada salió de ellos, estaba estupefacto; y la mano que aún sostenía su brazo, se soltó, como si no pudiera soportar más su contacto. Estábamos sobre la vereda, el centro de la ciudad estaba atestada de gente caminando y conduciendo furiosamente por las calles a estas horas de la tarde, pero nadie nos prestaba demasiada atención; excepto Cecil, a quien sentí como una presencia silenciosa detrás de mí.
Excepto Cecil, quien por primera vez en mi vida, lo veía mantenerse al margen. Silencioso y expectante, solo convertía el momento aún más irreal.
—¿Qué se supone que estoy desperdiciando, Lou? — Me atreví a preguntar, en un tono demandante que no podía ocultar del todo su temblor. Era incapaz de apartar la mirada, "sólo necesito que me entiendas", deseé decirle, pero estaba tieso, queriendo oírla primero.
— Mírate Will, eres tan malditamente hermoso como probablemente, nadie más en este país, y literalmente podrías tener a la chica que quisieras sin un mínimo de esfuerzo — Farfulló, alzando y bajando la voz cuando las bocinas de los autos sonaban a sus espaldas. — Puedes tenerlo todo, y tú decides darle una bofetada de desprecio a todas esas oportunidades. ¿Y cómo quieres que me ponga entonces? Luego de oír que mi mejor amigo piensa arruinar su vida de esta forma. ¿Qué esperabas?