Mi primer grillete voluntario.

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Déjenme contarles un pequeño secreto. La mayoría de los hombres, (sí es que no son todos). Poseen una increíble fuente de energía, guardados en algún recóndito lugar de sus cuerpos repleto de bello varonil. Es... un tipo de energía, tan poderosa, que es esencial que se mantenga en constante reposo, para evitar desastres naturales. Y por esa razón, somos bastante holgazanes cuando algo no "despierta" todo nuestro potencial.

O bueno, al menos esa es la excusa que siempre me repito para tratar de subirme el autoestima, cada que me toca hacer un esfuerzo sobrehumano para arreglar mi habitación. Pero ese no es el punto, sigamos. Un hombre que se respete, aunque hubiese corrido por un kilómetro contra mosquitos y marea. Siempre, siempre, le quedaba algo de energía para enviar unos cuantos puños cuando la situación lo ameritaba. O, simplemente cuando a uno se le daba la gana golpear un poco al otro para subirse el ego.

-- ¡¿Pero qué mierda te pasa?! - Le gritó Dylan a Luke, él no se molestó en contestarle, solo se concentró en intentar implantarle puñetazos mientras, Dylan se esforzaba en tratar de apartarlo de encima suyo.- ¡¿Con qué ahora recién decides pegar puñetazos, eh cabrón?!

El castaño gimió de dolor cuando su mandíbula recibió un puñetazo por parte de Luke. Dylan, entonces, se puso serio y le envío un gancho que el rubio desvió fácilmente para insertarle a su vez, otro golpe. Oh, no, pensé cansado, esto iba a tardar para un buen rato.

-¿Por qué nos has seguido? - Exigió saber Luke, zarandeando su camiseta mojada entre sus manos. - Nos sigues en silencio por todo el camino hasta aquí como si fueses una rata ¿Y piensas que no desconfiaría de ti?

-¿Y qué se supone que iba a hacerles? - Gritó Dylan indignado. - ¡¿Lanzarles proyectiles de caca en la espalda?! ¡Ay, sí! Ya puedo imaginarme el periódico de mañana en primera plana: "Joven mata fríamente a dos de sus compañeros con caca de vaca".

Un relámpago se oye a la distancia, y lo acompaña segundos después, el leve clamor de sirenas que poseían los autos policíacos. No necesitaba ser un genio para saber que se dirigían para la casa de Drew. Así que Luke sí se había arriesgado a llamarlos para salvarme el pellejo. Ese tonto atolondrado, negué internamente. Recordé vagamente a Nico en la fiesta, pero era innecesario preocuparme por él, de seguro ya estaba en su casa devorando algo de su heladera.

Volví de vuelta mi vista hacia ese par, ahora ambos estaban rodando en el suelo con las piernas entrelazadas, en posiciones bastante comprometedoras. Dylan incluso mordió un par de veces a Luke en la mano para intentar que lo soltara, pero el rubio era persistente. El tipo parecía un pitbull, aferrándose a su víctima hasta que lograra despedazarlo. Lo que me faltaba...

- Muy bien, basta ustedes dos. ¡Sepárense ya! - Gruñí con frustración. Me acerqué hasta Luke, y lo jalé por la parte de atrás del cuello de su camisa. Aun así, apenas y pude moverlo un par de centímetros. - ¡Mierda! ¡QUÉ LO SUELTES YA, LUKE! ¡Suéltalo!

-¡QUÍTAMELO! - Me ordenó Dylan impaciente, pateando el suelo debajo suyo, intentando voltear a su atacante. -¡Dale con una roca! Espera, mejor desnúdate de una vez, así lograrás distraerlo.

No fue lo más inteligente que pudo haber dicho en su situación, justo cuando estaba a punto de alejar a Luke de él, el rubio echó un grito furibundo e hizo un último intento para matarlo, realizando una complicada llave con sus piernas alrededor del cuello de Dylan. Apartando el hecho de que era malo matar y todo eso, había que destacar la increíble habilidad de Luke para utilizar cualquier parte de su cuerpo como un arma.

-¡No me des órdenes! ¡Y no lo empeores más! - Devolví con esfuerzo, mis pies se resbalan por el césped mojado y las hojas (que son movidas por el viento) sueltan pequeñas gotas de lluvia encima de nosotros.-Luke suelta, SUELTA. ¡QUÉ LOS SUELTES, MIERDA!

No te escondas del Sol, AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora