El clamor de sus voces.

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Era período de clases. Esa era una de las razones por la que los pasillos se encontraban completamente desérticos en este momento, iba caminando con mis pasos haciendo eco y esquivando estratégicamente; agachándome de vez en cuando al pasar cerca de una ventana para pasar desapercibido por los profesores.

En mis manos llevaba la camisa que había sacado de mi mochila y que ahora se dirigía a ser utilizada por otro individuo. El hecho de que Nico usaría mi camisa, no causaba ninguna clase de estragos en mí, por supuesto.
De vez en cuando, apretaba la camisa contra mi pecho con nerviosismo, y también la había olisqueado a escondidas, temeroso de que pudiera haber adquirido un olor extraño o incómodo al ser guardada en un largo tiempo. Sin embargo, más allá del ligero olor como de una bata farmacéutica por culpa de los antibióticos que escondía en mi mochila. Estaba limpia y decente para ser entregada.

Nico se había quedado encerrado y escondido en las regaderas de los hombres, los de Natación habían terminado sus clases como hace horas y nadie pasaría por allí hasta el día siguiente, brindándonos la valiosa privacidad que Nico requería.

Llegue hasta la puerta, mi mano se quedó extendida unos segundos con indecisión sobre el picaporte, pero luego regañándome mentalmente por mí extraño comportamiento, abrí la puerta y lo encontré sentado en uno de los bancos mirando aburrido su teléfono.

- Encontré una camisa, aunque espero que no te moleste el color. - Murmure en voz baja, acercándome hasta él tímidamente mientras guardaba su celular. - Somos casi de la misma complexión, así que creo que te quedará bien.

Sin decir nada, agarró la camisa entre sus manos y la estudio minuciosamente, luego alzó los ojos hasta los míos con cara de póker. Tenía el ligero presentimiento, de que tal vez le disgustaba un poco la idea de ponerse una camisa color verde agua, con pequeños dibujos de Laureles desperdigados por toda la tela.

- ¿Tú lo compraste? - Preguntó con voz aburrida. - No tienes buen gusto.

- Fue un regalo de mi padre. Además, teniendo en cuenta el tipo de ropa oscura y aburrida que usas. - Contraataque con una ligera chispa de irritación y valentía. - No me sorprende que no sepas apreciar una buena camisa.

Nico alzó fugazmente una ceja, curvo sus labios en una mueca de disgusto y diversión, y luego empezó a quitarse su camiseta desgarrada. Mis ojos se movieron por todos lados sin saber donde detenerse.

- Supongo que no hay de otra. - Dijo rindiéndose, hizo una bola de su camiseta rota y la lanzó en el fregadero. - Tendré que sufrir mi penitencia desgraciadamente.

Entonces mi corazón empezó a latir desbocado en mi pecho, parecía un tipo de monstruo queriendo salir de mi tórax para explotar en un mini bin bang deslumbrante y destruir a todos y al resto de la población estudiantil con todo el edificio. Mis ojos se habían detenido en un solo lugar, y ahora no podían despegarse del cuerpo de Nico Di Angelo. Simplemente mirarlo era un acto placentero y maravilloso.

Él no era exageradamente musculoso, pero tampoco era tan delgado, su cuerpo se ondulaba y se marcaba adecuadamente en los lugares ideales, su piel tersa se veía tan tentadora para mis dedos que se retorcían detrás de mí espalda por querer tocarlo. Era como ver una obra de arte por la cual sin poder evitarlo, quisieras pasar tus dedos delicadamente por el marfil para comprobar la realidad de su perfección.

- ¿Sabes? Es la primera vez que te veo haciendo contacto verbal con otras personas. - Comenté en voz baja, solo buscaba hacer conversación con él y volver a oír esa cadenciosa voz exótica. - Incluso pensé que aún no sabías hablar libremente el inglés.

(N.A: Tipo, todo esta escrito en español pero vamos a fingir que hablan en inglés :'v)

Me ignoró absolutamente y con éxito, una chispa de desilusión cayó en mí. No es que Nico me gustará, era solamente que era increíblemente apuesto hasta parecer sobrenatural e incluso yo, siendo un hombre no podía evitar estudiarlo.

No te escondas del Sol, AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora