- Mira a ese chico... - Escuché decir a una mujer joven, con pocos años más que yo a pocos metros, sentada en una banca junto con otra chica que tenía un yeso en su brazo derecho. - Es tan guapo que no parece ser del país. No puede serlo, sus rasgos son totalmente diferentes.
-No, debe ser algún extranjero europeo. - Le contestó su amiga en concordancia; luego siguieron cuchicheando tranquilamente, estudiándome ambas sin restricciones, sin culpa alguna.
Me resbalo un poco más en mi pequeña butaca estirando las piernas y escondiendo mi rostro detrás de la revista que hace como media hora, leía el mismo párrafo sobre los tipos de motores con calidad que es posible comprar en el país. No tenía una puta idea de que leía, pero, seguramente me veía genial leyendo una revista de coches clásicos y lujosos; y eso era todo lo que importaba.
- Buenas días, Señora Kant. - Le saluda Will Solace, con todo y sonrisa perfecta incluida a una mujer de edad que se sujetaba mediante el brazo de quien parecía ser su nieto. - El Geriátrico Jones la atenderá en unos minutos, por favor tome asiento mientras tanto.
Así que Will Solace era un recepcionista, sin embargo, estaba casi seguro de que tambiém debía ayudar bastante con los pacientes del lugar teniendo en cuenta su personalidad tan exageradamente servicial, sino, la bata que traía consigo era un claro indicio de ello.
- Muchas gracias, jovencito. - Le contestó la señora totalmente derretida por la gentileza y amabilidad de Will. Su nieto le ayudo a caminar hacia unos bancos libres y cuando paso cerca de mí, pude escuchar perfectamente los reclamos de su abuela hacia su persona. - ¿Viste a ese chico lleno de vida? Así es como deberían ser los jóvenes de hoy en día, no como tú que eres un amargado encerrado en tu habitación día y noche con tus videos juegos o dibujos chinos...
- Sí, sí, abuela. - Asentía el chico, girando sus ojos tan exageradamente que pensé que iba a quedar ciego de manera permanente. El chico me miró enviándome una sonrisa cansada, le alcé una ceja y lo ignoré desinteresado.
Había pasado media hora ya desde que estaba sentado en este mini banco acolchonado, había leído todas las revistas que estaban cerca de la mesita menos donde aparecían las chicas con sus labios inflados y piernas de Spagueti. (¿tenía un problema con el Spagueti? Sí, y lo decía con orgullo) Así que decidí empezar a examinar mi entorno para entretenerme.
Las paredes estaban pintadas de un claro color amarillo, siendo casi de color crema, había muchas plantas alrededor tanto como verdaderas y artificiales, como los falsos girasoles que estaban en un florero grande en el suelo cerca de la pequeña recepción de Will Solace, entonces, pasando mis ojos por allí, lo pillé totalmente mirándome fijamente. Fue como si alguien me hubiera dado con una aguja en el trasero y tuve que usar hasta mi última fuerza de voluntad para evitar el brinco de sobresaltó que me causó.
Pero, ¿qué me mirará tanto? Ha apartado la mirada ahora, bien, sigo inspeccionado la sala, detrás de él hay un reloj en forma de un sol que tenía una cara pervertida muy parecida al emoticon de WhatsApp. Mi mirada se mueve como si la fuerza de otros ojos me llamarán, y de nuevo allí está, mis ojos se encuentran nuevamente clavados en la mirada azul de Will Solace.
Otra vez hace como si estuviera solo mirando unos papeles encima de su mesa, pestañeo con parsimonia, poniendo una cara de póker. Mi lengua se mueve y cambio de lugar la paleta que tengo en el interior de mí boca, el dulce sabor de manzana es demasiado para mí y una vez más muerdo la paleta. Nunca fui bueno con solo chupando y lamiendo, me las tragaba rápido.
Las personas pasaban alrededor de Will a cada rato y él tenía una sonrisa preparada más grande que la otra. Para cada persona con la que hablaba, mantenía su sonrisa pegada en la cara como si fuera una figurilla adhesiva. Su sonrisa era tan exageradamente contagiante para las demás personas que pensé seriamente si no era algún tipo de enfermedad aún-no-descubierta, altamente infecciosa de la cual no existía cura.