Miramar.
Los leones.
Luke Castellan abrió la puerta de la habitación con una furiosa patada, ya que sus dos manos se hallaban ocupadas, sosteniendo a un herido y muy quejoso Dylan Thompson por la cintura, y con la otra, manteniendo su metralleta firmemente en posición para disparar ante cualquier movimiento sospechoso. Estaba cansado, sucio y hambriento, así que estaba listo para hacer agujeros de plomos en alguien sin ningún cargo de consciencia.
Luego de asegurarse de que no había ningún sujeto tras las esquinas de los muebles, escondido para ganar bajas de forma reprochable. Luke arrastró a Dylan hacia la única cama que había en el lugar, una pequeña, de sábanas blancas y un solo colchón, y prácticamente lo tiró sobre ella como a un saco de patatas. Si la herida en su muslo se había abierto o no, le valía un pepino.
—¡Hey! ¡Sé más gentil!, ¿quieres? —gimoteó Dylan, apoyando su espalda contra la pared y llevando una mano sobre su pierna—. ¡Estoy agonizando! ¡Quizás me quedan pocos minutos!
—Cierra la boca —ladró Luke, antes de echar un vistazo por la ventana con mucho cuidado. Un centímetro más de lo necesario, y un francotirador con una mira excelente, le volaría la cabeza antes de haber oído el disparo. Los edificios en la ciudad de "Los Leones", eran altos, grises y de aspecto minimalista, como grandes cajas de zapatos en vertical. Más allá de ellos, el desierto era seco, caluroso y horrible; con coches abandonados al costado de las calles. No vio a nadie, pero sabía que los enemigos estaban allí, con sus armas listas—. Sabes, ojalá la bala hubiera ido directo a tu cráneo. Entonces, ¡no habría tenido que arrastrar tu estúpido trasero hasta aquí!
—Yo no te pedí que lo hicieras —replicó Dylan, formando un puchero.
—No, lo hice por Percy —devolvió Luke, y agarró el walkie Talkie que colgaba de su cinturón. Inmediatamente, habló a través de éste—. Aquí Castellan y Thompson, hemos logrado burlar a un escuadrón. Creo que los hemos perdido. Aunque el imbécil de Dylan logró herirse. ¿Dónde están? Cambio.
Un instante después, la voz de Nico contestó:
—Aquí di Angelo y Solace, seguimos vivos. La misión en Impala fue un éxito, nos atiborramos de botiquines, municiones, nuevos cascos de nivel tres y mochilas más grandes.
—Estamos conduciendo un coche —añadió Will, cuya voz se oía algo baja por los ruidos de fondo— llegaremos con ustedes dentro de unos minutos. Resistan. Dylan, ponte todas las vendas que tengas sobre tu herida. Tranquilo, pronto estaré contigo. Cambio.
—Estoy en eso —contestó Dylan, quien ya había vaciado todo el contenido de su mochila para sacar las últimas vendas que le quedaban—. Y, ¿lo ves, Luke? —le envío una ceja alzada con desprecio—. Así es como reconfortas a una persona al borde la muerte. ¡Animal!
—Cállate —siseó Luke, y volvió a hablar por la radio—. ¿Percy? ¿Por qué no hablas? ¿Estás bien?
Transcurrieron unos tensos, y espantosos segundos antes de que, finalmente, Percy contestara, provocando tanto en Luke como en Dylan, un suspiro de alivio.
—Lo siento, estoy algo ocupado ahora mismo —fuertes disparos acompañaron su voz—. ¿Dónde te encuentras?
—Dentro de uno de los edificios de la zona sur, en el quinto piso, con mira hacia una construcción abandonada —contestó Luke, ansioso—. ¿Quieres que vaya a buscarte? Tengo una moto.
—No es necesario —contestó Percy, y añadió—: Solo cuida a Dylan por mí, ¿sí? Nos vemos. Cambio.
—Nos vemos —susurró Luke, y dejó la radio sobre una mesita al costado de la ventana. Bufó mientras se frotaba el rostro con cansancio. "Ojalá la voz de Percy, sonará así cuando se trata de mí", pensó abatido, y se volteó hacia el tipo, dueño de sus infartos.