40- Capítulo trágico en tres actos

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Percy se deja caer al suelo con la respiración agitada, sus manos se sujetan del suelo, y siente los brazos como de mantequilla o gelatina de tanto que tiemblan por el esfuerzo físico. Tiene la boca seca, y tiene que pestañear porque su pelo húmedo a causa de su sudor, le entra en los ojos y le causa picor. Por el rabillo de su ojo, observa a Luke sentarse cerca de él, ni siquiera está jadeando, resulta patético de su parte no haberle dado más trabajo; eso es lo que cree.

De nuevo están en el gimnasio, en la primera planta, ellos dos dentro del ring. "Entrenando". Dylan y Leo están en una mesa lejana, cerca de las paredes de vidrio, jugando a las cartas y conversando serenamente mientras Frank le ayuda a otro chico con su boxeo. La televisión está prendida, y en las noticias aparece su tío Di Angelo, bajando rápidamente de su Todoterreno para huir de la prensa y los periodistas, en el interior de su agencia de seguridad.

Percy se había enterado de la tragedia ayer por la noche, su madre le había dicho justo antes de que fuera a la cama, y le pidió que le diera su pésame a la familia Di Angelo. Así que Percy había esperado que su primo viniera hoy, para evitar un saludo inadecuado por celular. Debió saber que él faltaría al gym, y curiosamente, Will Solace también lo había hecho. No se preocupaba por él, Nico siempre había sido el fuerte de los tres, el que nunca lloraba aunque se golpeara muy fuerte la rodilla de niños; Percy sabía que estaba bien.

—Recuerda mantener las piernas ligeramente abiertas para mantener el equilibrio, —Luke le insta, mientras hace rodar una botella de agua en su dirección— Lo estás haciendo bien, pero no te lo tomas en serio y por eso pierdes.

—Créeme, estoy siendo muy serio contigo al pelear. Solo que no sirvo en esto, y deberíamos aceptarlo ya—. contestó Percy, en tono hastiado y frustrado, — Estoy cansado de besar tus pies.

—A mi me gusta tenerte de rodillas—Luke devuelve con una sonrisa socarrona, y la cara que pone Percy en respuesta le hace soltar una carcajada—. Estoy bromeando, idiota.

—Como sea, ¿podemos irnos ya a comer hamburguesas?

—No hasta que lo logres— niega el rubio,
con una frustrante firmeza que al azabache irrita—. No descansaremos hasta que me dejes un moretón al menos, ¡Vamos, levántate! Sexto Round, ahora.

Despertó cayendo en picada desde un vacío sin fin, como si su alma hubiese salido a pasear un rato, y de pronto, recordó que debía de volver antes de que su cuerpo muriera

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Despertó cayendo en picada desde un vacío sin fin, como si su alma hubiese salido a pasear un rato, y de pronto, recordó que debía de volver antes de que su cuerpo muriera. Nico odiaba este tipo de sueños, en los cuales muchas veces, se había sostenido del colchón como si de verdad no hubiera piso debajo de él.

Se había olvidado de cerrar las cortinas, y ahora un asqueroso y caluroso halo de luz ingresaba en su habitación, y lo ponía de mal humor, logrando que rápidamente su sueño se disipara. (Además, estaba seguro de que no era una coincidencia de que, asqueroso y caluroso rimaran perfectamente). Entreabrió los ojos, y mientras soltaba un largo bostezo, llevó una mano hasta su ojo para limpiarse la suciedad mañanera del cual sus párpados eran víctimas. Y entonces, lo vio, y la impresión fue tan grande que su bostezo se detuvo abruptamente a medio terminar.

No te escondas del Sol, AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora