¿Cómo obtendría la costosa atención de Nico Di Angelo?
Simple. Estando al borde de la muerte, arriesgando y confiando en él. Realizando un acto de confianza. Solo de esa manera, él se molestaría a echarme un vistazo. No había otra forma de que él notará mi persona. No la había.Tan solo, dándole la cara a la muerte.
~~~~
- ¡WILL, SAL DEL CAMINO RUBIO OXIGENADO! - Me gritó Lou, mirándome con los ojos como platos por mi acto de locura, se acercó hasta mí para estirarme del brazo, pero me planté en mi lugar seguro de mi mismo. - ¡¿Qué piensas que haces?! ¡Te van a atropellar!
La empuje fuera del camino, (Lou me miró indignada) indicándole a Cecil con un gesto, que se encargara de ella. Afortunadamente, me hizo caso, sujetó a Lou de los brazos y la mantuvo alejada de mí, sin cuestionarme. O confiaba demasiado en mí, o quería verme hecho papilla en el suelo. Con el último comentario que me había lanzado, ya no estaba seguro de algunas cosas.
- Will, espero que sepas lo que haces... - Inició diciendo Cecil.
- Sé lo que hago. - Contesté de sopetón, con mi corazón desbocado, observando como aquel lujoso coche se iba acercándose a gran velocidad. - O al menos espero saberlo...
El ronroneo del auto, se hacía cada vez más fuerte, incluso creí notar que había acelerado más, que frenar un poco. Como si el conductor estuviera desafiándome, algo que podría no estar muy lejos de la realidad. Esto era malo, un montón de escenarios muy dolorosos empezaron a crearse en mi mente, pero ninguno de ellos fue lo suficientemente aterrador como para sacarme de en medio.
- Bien, Will, ya probaste que eres valiente, ¡SAL del camino! - Exclamó Cecil nervioso, alternando su mirada en mí y al coche velozmente. -¡SAL DEL PUTO CAMINO!
Diez metros, cinco metros... Hola señor sarcástico, saludé mentalmente, en un efímero segundo el cual aproveché para clavar mi mirada a través del parabrisas polarizado, donde él estaría conduciendo. De alguna forma, creí haberle escuchado soltando un improperio a mi persona. Entonces, en la última oportunidad que le quedaba, frenó, girando un poco el coche de costado para evitar atropellarme, ya que se había acercado demasiado.
Solté todo el aire que no sabía que estaba conteniendo. El alivio fue tan grande, que casi me dejo caer de rodillas en el suelo. Lo hubiese hecho, de no ser porque aún me quedaba otra batalla por luchar. Oí la puerta abrirse y cerrarse con brío, le di la cara a la muerte, y este me devolvió la mirada furioso.
- ¡¿Qué diablos te sucede?! - Me siseo Nico, acercándose hasta ponerse delante de mí, mediante largas zancadas. Me dio un empujón en el pecho con una sola mano, haciendo énfasis en lo que decía.- No me equivoqué respecto a ti, desde el primer día en que te vi... No tienes ni un poco de consideración, por tu propia vida.
Traté de ignorar el salto de felicidad de mi corazón, al oírle decir que me había estado mirando desde hace mucho tiempo antes. Lou y Cecil, se acercaron detrás de mí como dándome apoyo moral, pero sin intervenir, les agradecí por lo último. Solo yo podría tratar con este raro espécimen.
- No te hubieras detenido de otro modo. - Le dije sin aire, la cercanía entre nosotros, me hacía temblar imperceptiblemente de placer. No quise profundizar demasiado el porqué, la razón me asustaba, y mucho.