Vaya, ¿qué broma más graciosa, no? Por supuesto, háganle bromas a Percy Jackson, después de todo es un miserable muerto de hambre, se merece el mal trato. A ese no le importa ser utilizado y ser el hazme reír de todo el mundo porque está tan acostumbrado a ser objeto de burla por días, y meses, y años.
Bah, porque él no es igual a nosotros. Él prácticamente no es una persona, no puede serlo, no sigue las mismas reglas, ni cumple los mismos estándares al igual que el resto de la sociedad, ¿por qué entonces deberíamos tratarlo como si fuera un individuo que merece reconocimiento? Ah, en todo caso, solo es una bromita... No seas tan sensible, Jackson.
Durante toda la mañana me habían dado puñetazos en la espalda, algunos ligeros, otros muy débiles y otros me habían propinado golpes realmente duros como si hubieran puesto y redirigido todo el odio acumulado que tenían hacia mí en ese puño. Era increíble como mataban el aburrimiento en este colegio, y la favorita parecía ser "Quién mata más el espíritu de Jackson". Se gana doble diversión y entretenimiento.
- ¡Subnormal cara de hiena! - Le grité con furia, a la par que le tiraba una bola de papel en su cara. (Papel que antes estaba pegado en mi espalda y decía en letra gordas "Patea a Percy, te sentirás mejor") - ¡¿Crees que no soy capaz de darte tu merecido?! ¡Déjame en paz o te partiré la cara!
- Mira al niñato fingiendo ser héroe. - Se carcajea Karl a mandíbula suelta, sosteniendo su estómago con ambas manos. - Piensa que puede darnos un paliza. Si no fuera tan feo, me causaría algo de gracia.
Estábamos parados en medio del pasillo, todos los demás alumnos estaban adentro de las aulas fingiendo ser estudiantes aplicados, con los celulares debajo de sus pupitres viendo algún video porno tal vez. Simplemente había salido de clases para ir al baño, y en el camino me había topado con estas hienas haciendo novillos, y automáticamente me acorralaron para exigirme que les diera el boleto que había ganado del el Gimnasio de Ares; cuando se suponía que "yo" debía reclamarles primero por la broma pesada que me habían jugado, tenían la desfachatez de requerirme lo que me pertenecía.
- Es el mejor chiste que he escuchado en meses, mejor que pegarte esa nota en la espalda. En verdad, observar que cada segundo te daban una golpiza se volvió tedioso. - Corrobora Taylor, da unos pasos en mi dirección y luego me rodea hasta ponerse detrás de mí, antes de que pudiera girarme hacia él, me da un empujón fuerte en la espalda y soy lanzado contra Karl, éste también responde con otro empujón y antes de estabilizarme, Taylor me agarra del hombro bruscamente y me gira frente a él.
- Última que vez que lo repito. Dame esos boletos gratis que te ganaste en el sorteo, ahora, maldito suertudo de mierda. - Ordena Taylor cerca de mi cara, me sujeta de la tela de mi camiseta con sus morenas manos casi rasgandola con sus afiladas uñas de mujerzuela. - Después de todo, tú no lo necesitas, ¿de acuerdo? Sería una pérdida de tiempo total, así que, puedes darme esa membresía Gold a mí. A alguien que si le dará efectos positivos.
Su asqueroso aliento choca contra mi nariz dificultando mi propia respiración. Huele a cigarrillos baratos y a un toque de cerveza rancia, y por un momento, no es solo su aliento lo que hace que mi respiración salga entrecortada, sino que son los recuerdos que aflora en consecuencia aquel aliento tan parecido a alguien de hace años, que me hunde en un fango de oscuridad y ansiedad a una velocidad vertiginosa.
Taylor sonríe satisfecho al fijarse en mi expresión, debe estar pensando erróneamente que su presencia me intimidaba. Cierro mis puños y le doy un empujón a su pecho, sin embargo él se planta en el suelo sobre las suelas de sus pies y no logró más que un quejido de dolor por mi arrebato.
- ¿Acaso te ofendiste, imbécil? Él tiene razón, ni aunque te inyectes una cantidad abismal de esteroides vas a lucir bien. Es mejor que te resignes ahora mismo, en vez de sufrir después con la desilusión.- Karl me dice fingiendo un tono condescendencia. Lo odiaba, el sentimiento era tan fuerte que a veces me dejaba temblando, sin poder articular ninguna palabra o hacer algún movimiento. - Ponle un ojo morado en su cara de idiota, Taylor, ¡pronto hazlo!