Capítulo 17

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—Préstame tu perro.

Beomgyu se despertó del aturdimiento en el que estaba. Vaciló por un momento y solo silbó después de que Yoongi le diera una mirada que parecía lanzar rayos por los ojos. El perro llegó hasta él en unos cuantos saltos. En tanto, el cuerpo de Seokjin estaba tan tenso como una plancha de hierro, por lo que solo podía arrastrar sus pies para avanzar, caminaba dando un paso a la vez.

Yoongi encontró una habitación vacía y arrojó dentro a Seokjin. Luego, cerró la puerta detrás de él. El perro los había seguido y ahora estaba sentado cerca de la puerta. Seokjin tenía los ojos firmemente puestos en él; temía que le fuera a saltar encima en cualquier momento. Unos segundos después, saliendo un poco de su estado algo afectado, recordó en ese instante cómo fue que habían logrado controlarlo en tan poco tiempo; Seokjin se quejó en su corazón. Yoongi en verdad sabía cuál era la mejor forma de lidiar con su persona.

Mientras tanto, Yoongi lentamente tomó asiento cerca de la mesa y se sirvió una taza de té.

Por unos momentos, no dijo ni una sola palabra. De la taza de té, aún salía vapor. Y sin haber probado ni un trago, la lanzó al suelo.

En el rostro de Yoongi una sonrisa cortante apareció — ¿No tienes nada que decirme?

Mientras crecían, Yoongi había tenido la oportunidad de ver incontables veces el terrible estado en que quedaba Seokjin cuando este huía de los perros. Otros le hubieran creído si lo negaba pero, en frente de alguien que lo conocía tan profundamente, era imposible. Este era un obstáculo aún más difícil de superar que Zidian.

Con un tono sincero, Seokjin respondió —No sé qué decirte.

—Tú en verdad nunca aprendes, ¿Verdad? – susurro Yoongi.

Desde mucho tiempo ya que sus conversaciones estaban llenas de réplicas que iban y venían así como también de discusiones. Seokjin espetó sin pensarlo antes —Tú tampoco has hecho ni un progreso...

Yoongi se rió de la ira que tenía —Claro. Entonces veamos cuál de los dos es quien no ha hecho ni un progreso.

Aun estando sentado junto a la mesa, pegó un gritó llenó de autoridad.

¡El perro se levantó en seguida!

El estar en la misma habitación que él ya lo hacía bañarse en inquietud. Pero al ver al enorme y gruñente perro acercarse a él en menos de un segundo, sus oídos pronto se llenaron de sus bajos aullidos y su cuerpo se entumeció. Había olvidado muchos de aquellos tempranos años de su niñez en que vagabundeaba por las calles. Las únicas cosas que aún guardaba en su mente era el terror que sentía cuando era perseguido por los perros y el cortante dolor de garras y dientes clavándose en sus carnes. El miedo había sido plantado en lo profundo de su corazón, era por eso que no podía superarlo o suavizarlo, sin importar cuán duro tratara.

De repente, Yoongi lo miró brevemente desde un lado —¿A quién acabas de llamar?

Seokjin se encontraba en un estado de extrema angustia, por lo que no podía recordar si había llamado el nombre de alguien o no. Solo pudo recuperarse un poco cuando Yoongi le ordenó al perro que retrocediera. Después de vacilar por unos momentos, giró abruptamente su cabeza hacia un lado. Por su parte, Yoongi abandonó su silla, había un látigo enganchado en su cintura. Llevó una mano hacia él y se inclinó para mirar el rostro de Seokjin. Después de una pausa, se enderezó y preguntó — A todo esto, ¿Desde cuándo que eres tan cercano a Jungkook?

En ese instante, Seokjin en seguida supo cuál era el nombre que había dicho inconscientemente.

Yoongi sonrió amenazante —Es realmente curioso a los extremos que llegó para protegerte en la montaña Dafan.

Cultivación Demoníaca - KookJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora