Las vacaciones de invierno, las 2 semanas favoritas de todo alumno cuerdo. Esas dos semanas en las que, gracias a los dioses, no tengo que verle la cara a mis profesores.Sin embargo, todavía quedada un día. Solo un día para poder, al fin, irme a hibernar a mi cama hasta navidad. Y ya se sentía en el aire las ganas que todos teníamos de decirle adiós a la rutina.
Llegué a la puerta de la escuela acomodando mi bufanda. Cada vez hacía más frío, el invierno había llegado con muchísimo poder, y yo estaba completamente contenta con eso. Nunca fui muy fan del calor, múltiples veces considere mudarme a Finlandia cuando termine la secundaria y escapar del sol y del sudor, viviendo a tres grados bajo cero para siempre.
Divisé a Ashton apoyado en la columna junto a la puerta de entrada, a unos metros de mí. Su pinta decaída era algo de lo que casi me había acostumbrado este último tiempo. Siempre se le veía triste, mirando al suelo o yéndose a su casa a la hora del almuerzo. Y no podía negar que eso me destruía. No solo me dolía saber lo mal que la pasaba, sino que extrañaba sus comentarios divertidos que, aunque no quisiera, me sacaban una sonrisa, y sus opiniones tercas y poco fundamentadas que se negaba a cambiar. Era raro no tener su obsesión con el rock alternativo y su odio a todo lo popular, resonando de fondo todo el tiempo. Nuestra amistad no era la más envidiable de la existencia, y se basaba más que nada en burlarnos el uno del otro como muestra de cariño; pero Ashton igualmente era muy importante para mí y de verdad detesto no tenerlo cerca.
Mas, no importaba cuanto yo tratara de acercarme, cuantos mensajes le mandara o miradas suplicantes le lanzara, él siempre parecía ignorarme.
No más. Me dije. No voy a dejar que mi amistad con Ashton se deteriore por completo en estas vacaciones, ni mucho menos que la amistad de él y Sam (que si era algo verdaderamente envidiable) desaparezca solo por su falta de comunicación. Decidí acercarme, porque sin importar su dramatismo, él seguía siendo mi mejor amigo.
—Hey Ash. —Lo llamé, subió la cabeza, y pude ver como sus ojos se abrían con pánico por un instante.
—¿Esta Sam contigo? —Pregunto, mirando alrededor. Negué.
—No, no. Por ahora soy solo yo. —Dije, alzando mis manos, mostrándome inofensiva. —Y te juro que no tienes que escapar esta vez, no voy a hacerte daño. No soy tan mala, solo quería ver como estabas.
Mi broma pareció cumplir con su efecto, ya que se volvió visiblemente menos tenso, y hasta vi una sonrisa escaparse por sus labios.
—Ha pasado un tiempo, ¿Eh? —Dijo, rascando su nuca.
—Efectivamente, es raro no tenerte molestando las veinticuatro horas. —Reí. —¿Cómo has estado?
—Bien. Todo bien. Solo estoy algo cansado. —Sus ojos se fijaron en el piso, casi como si estuviera analizando los cordones de sus zapatos. —Mamá y papá se fueron esta semana por trabajo. Entonces estoy a cargo de los diablitos. Son insoportables.
Y aunque los hermanos de Ashton sí podían ser una fuerza de la naturaleza, —-gritones, hiperactivos y extremadamente malcriados—, sabía también que el episodio decaído que el moreno a mi lado atravesaba, tenía muy poco que ver con ellos y mucho más con la chica rubia a la que llamo mi mejor amiga.
—¿No hay ninguna otra razón? —Le pregunté, mientras empezábamos a caminar hacia el edificio. No iba a dejar que siguiera guardando sus sentimientos. Lo mejor para él era solucionar esto, lo sabía.
—No, nada más.
—Sabes que no hay razones para mentirme, ¿No, Ashton?
El asiático suspiro profundo, mirándome. Finalmente dejando ir las barreras.
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Historias De Un Personaje Secundario
Teen FictionCharlie Jackson se consideraba un personaje secundario. Siempre siendo la chica que estaba ahí para todos, se conformó con observar las historias desde afuera con el simple rol de acompañante. Porque eso hacen los personajes secundarios: Apoyan a lo...