Estacioné el auto en el mismo espacio que tenía reservado desde los 16.
La escuela secundaria Madison se extendía en todo su esplendor frente a mí; vieja, clásica, y con sus columnas de mármol que no llegaban a nada. Hace 6 años que entraba por las mismas puertas, iba a las mismas clases y veía a las mismas personas.
Podría decir, después de todo lo que paso, la típica frase dramática de ''Todo se sentía distinto''. Pero no, todo se sentía igual.
No me crucé con nadie en el camino a mi casillero, de donde saqué las cosas que me tocaban para el día y en el que me apoyé para revisar mi celular.
Charl ¿Podemos hablar?
¿Cómo te sientes?
Sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites. No quiero que te guardes nada, te quiero muchísimo peque
Eran los últimos mensajes que había recibido de Leyla en las últimas 10 horas, sumados a 2 llamadas de Peter, un mensaje de ''¿Ocurrió algo?'' de Nico y un último ''No voy a forzarte hablar, pero creo que un amigo psicoanalista te ayudaría ahora'' de Patrick.
Volví a apagar el teléfono. No era que quería preocupar a mis amigos, pero no tenía ganas de hablar, y si algo estaba intentando entender ahora, era que a veces tenía el derecho de hacer lo que yo quiera. Más allá si a los otros les gusta o no.
Pegué dentro de la puerta del casillero el calendario de estudio que había armado para las próximas semanas de exámenes finales.
Entre drama y drama, me había olvidado de que al quedar solo 3 semanas de clases, significaba que en cualquier momento empezarían las pruebas y las entregas.
Lo bueno es que jamás había llegado a descuidar mis estudios; podía estar en crisis, pero nunca me verías entregar un trabajo tarde o faltar a una asignatura. Y para mi suerte, para los que habíamos mantenido una buena nota, las tareas no eran tan complicadas. Nos daban cosas un poco más simples, como una entrega de un proyecto o un examen con menos preguntas. Era como un reconocimiento que te hacían los profesores por mantener decentemente el año, que demostraba que no necesitaban más pruebas de que adquiriste todos los conocimientos.
Se imaginarán que la única profesora que no nos da ese beneficio es la estúpida señorita Patty, con sus exámenes larguísimos, con preguntas confusas. Por esa razón, en el plan de estudio que hice el día anterior con mi madre, era la materia a la que más horas escribí que le dedicaría.
Era irónico como aunque estaba a punto de terminar la secundaria y todo parecía estar culminando, no sentía que había pasado ni un día desde que entre por primera vez. Todo había pasado demasiado rápido, demasiado complicado. Y pienso en todas las cosas que hice, tanto en las malas y las buenas, y en todas las cosas que pude haber disfrutado si no hubiera sido por esas cosas malas.
A veces me pregunto que pasaría si me dieran la oportunidad de empezar este año de nuevo, —sin ninguna de esas consecuencias catastróficas que te muestran en las películas— ¿Lo haría? ¿O dejaría todo como está bajo el mensaje de que de las cosas malas se aprende? ¿Y qué cosas cambiaría? ¿Qué dejaría igual?
Meterme a trabajar en la cafetería Blue Moon sin duda lo dejaría exactamente como está; es lo mejor que me paso este año, quizá lo mejor de mi vida. Quizá intentaría acercarme más rápido a los chicos, o a Lilith y Ana. Creo que quizá a James lo evitaría, demasiado dolor para algo tan breve.
Y a Sam... Bueno, no sé que haría con Sam. Pienso que lo mejor para mí sería dejarla ir más rápido de lo que la deje ir originalmente. Ya desde el primer día saber que ella nunca fue una buena amiga conmigo y entender que merezco un poco más. Tendría más tiempo para superarla por completo y eso me dejaría llegar a final de año con muchísima más paz que la que tengo ahora.
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Historias De Un Personaje Secundario
Teen FictionCharlie Jackson se consideraba un personaje secundario. Siempre siendo la chica que estaba ahí para todos, se conformó con observar las historias desde afuera con el simple rol de acompañante. Porque eso hacen los personajes secundarios: Apoyan a lo...