—Muy bien, Señorita Jackson, la profesora Patty me avisó que tenías que venir. Me alegra que estés aquí a tiempo.
Asentí ante las palabras del señor Miller, uno de los secretarios de la directora. Agradecía que fuera él el que estuviera ahí y no la señorita Williams. Él era bastante más amable, por lo que hablarle se me hacía más sencillo.
—Gracias, lamento hacerlo perder el tiempo con esto. —Me disculpé.
—Tranquila, Charlie. Es la primera vez que estás aquí. —Me aseguró. —Además, si le explicas a la directora lo que me contaste, estoy seguro de que el castigo será leve. Mientras tanto siéntate allí, te avisaré cuando puedas pasar.
Le agradecí y caminé hacia los asientos frente a su escritorio. Allí, recostado como si llevara horas, estaba un chico de tez morena, camisa a cuadros y cabello corto, que me sonrió de lado al verme acercarme. No pude devolvérselo, así que solo asentí. Me senté a unos bancos de él, suspirando, y recosté mi cabeza hacia atrás, intentando encontrar comodidad mientras tomaba respiraciones profundas para calmar el nudo que sentía en el pecho.
Inhala. Exhala.
Tenía las mejillas húmedas, quizá por eso el señor Miller me había ofrecido un pañuelo cuando entre. Pero no eran lágrimas de tristeza, no, creo que no. La tristeza no valía la pena. Era frustración, mezclada con furia; oh sí, estaba furiosa. Estaba furiosa porque era injusto, acababa de perder el examen que me diría si todo mi esfuerzo había valido la pena, exactamente 1 semana y media después de que me habían engañado y jugado con mis sentimientos. Esto era injusto ¿Dónde estaba lo bueno que Nico me había dicho que iba a llegar?
No parecía haber aparecido; porque si todo hubiera mejorado, ahora estaría celebrando que entré en una de las mejores universidades de Inglaterra; no estaría sentada afuera de la oficina del director luego de gritarle a una profesora.
Solo yo me meto en estas cosas.
Pero bueno, ya no podía arrepentirme. Además, había deseado decirle esas cosas a la señorita Patty creo que toda mi vida, me sentía hasta aliviada por al fin sacarlo de mi organismo.
—Y entonces, ¿Qué hiciste? —La pregunta del chico me saco de mis pensamientos. No me gustaba ser ruda, pero de verdad no quería hablar con nadie en ese momento; así que hice como si no lo hubiera escuchado, únicamente volviendo a cerrar mis ojos. —Ah, ok. Veo que no hay ganas de hablar. Está bien, lo entiendo.
Suspiré. Maldita sea mi culpa, siempre apareciendo cuando nadie la llama.
—Le grité a una profesora. —Contesté finalmente, intentando mostrar las menores ganas posibles, para que no intentara seguir.
—Huh, ¿Por qué? —Al parecer no captó la indirecta
—Nada importante, solamente estaba de mal humor. —Mentí, aun intentando acortar la conversación. Si no hablaba mucho, el nudo en mi garganta no molestaría tanto, y tan solo tendría que concentrarme en respirar.
—Mentira. —Pronunció, tan sin rodeos que me desconcertó. Volteé a verlo.
—¿Disculpa?
—Tu mirada viajó por toda la habitación mientras hablabas, nunca te centraste en un punto, y pestañeaste más veces de las comunes. Estabas dudando— Dijo —No solo estabas de mal humor, te ocurrió algo.
¿Qué mierda?
—¿Qué?
—Los ojos son muy fáciles de leer, sobre todo cuando se miente, nunca miran a la persona a la que se está mintiendo. —Explicó. —Y el cambiar el ritmo del discurso te da tiempo para pensar lo que vas a decir, dando a entender que en realidad no estás solo recordando, sino también inventando.
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Historias De Un Personaje Secundario
Teen FictionCharlie Jackson se consideraba un personaje secundario. Siempre siendo la chica que estaba ahí para todos, se conformó con observar las historias desde afuera con el simple rol de acompañante. Porque eso hacen los personajes secundarios: Apoyan a lo...