Capítulo 59: Final genérico de cualquier libro adolescente Pt 1: El baile

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Suspiré profundo, con el corazón en la garganta. La imagen frente a mí en el espejo se veía irreal. No veía a la Charlie de siempre, que utilizaba únicamente tonos de marrón y poleras negras. Esa que se pasaba 2 horas frente al espejo, intentando elegir algo que la hiciera resaltar un poco más, pero que terminaba eligiendo las mismas 3 cosas que la hacían sentir segura.

Ahora todo yo resaltaba.

Mi cabello estaba semi–recogido y lacio, con un pequeño moño negro que me recordaba a esos peinados de las películas de época. Esto me daba un aire elegante, el moñito me hacía sentir como si estuviera por ir a una cena en un comedor con candelabros.

Además, Leyla era, en mi opinión, la mejor maquillista que conocía, y había salvado el desastre en el que mi cara podría haberse convertido al mandarme videos con un completo paso a paso del maquillaje que ella siempre se hacía. Me había hecho un lindo delineado, y me había puesto una de esas sombras con glitter dorado que hacían que mis ojos no quedaran tan oscuros. Después había pasado 15 minutos explicándome los beneficios de usar cantidades descomunales de iluminador, y no puedo negar que no se equivocó en ninguno. Sentía que de verdad estaba brillando.

Aunque solo con verme del cuello para abajo ya me sentía como un foco de luz en un lugar oscuro. Todo por ese vestido. Maldita sea, qué buen vestido.

Era rojo, ese rojo fuego y brillante, completamente distinto a lo que solía utilizar. Pegado al cuerpo en la parte del busto, acentuando más mi cintura, y con un escote de corazón que estilizaba mi cuello, haciendo que pareciera más largo. Por otro lado, la falda larga que llegaba hasta el piso me hacía ver más alta y se movía de una forma fluida y cómoda.

Mas, la cereza del pastel, era la apertura que me llegaba hasta la cadera que, podía admitir, me daba ese último toque sexy y más subido de tono, que aumentaba mi autoestima.

Sí, definitivamente me veía genial.

Sentí unos brazos envolverme por la espalda. Mi madre apoyó su cabeza en mi hombro.

—Todavía no puedo creer que sea tu baile de graduación. —Dijo. —Ya siento que me voy a poner muy emocional. ¡Te vas a graduar!

Porque sí, finalmente el día había llegado. Por fin era mi baile de graduación, y me estaba viendo radiante.

—¿Es un poco loco, no? ¿Te imaginabas que me graduaría?

Mamá rio.

—En parte siempre estuve a la expectativa de la llegada de este día. Con todos los alumnos que vi ir a bailes escolares, podía imaginarme a mi hija en uno de esos. —Siguió acariciando mi pelo. —Pero luego te veía ir a jugar con tus muñecas, o correr a leer tus libritos de cuentos, y solo podía desear que el día en donde te graduaras no llegara nunca y fueras mi niña pequeña para siempre

—Ay mamá. —Me giré para abrazarla mejor. —No digas esas cosas que voy a volver a llorar.

Porque sí, ya había llorado, múltiples veces en el día de hoy. Una porque no me salía bien el delineado, otra porque no sabía como ponerme los zapatos y luego otra cuando fue mi madre la que empezó, al verme por primera vez con el vestido puesto.

Y después estaba esa constante sensación de que me rompería por los nervios, que me largaría a llorar por el nudo en mi estómago, que era 100 veces más grande que de lo normal.

—Sí, tienes razón, no debo ponerme sentimental. Sobre todo cuando todavía falta la ceremonia de graduación. Ahí si no pidas mucho de mí.

—Creo que ahí me la pasaré llorando también.

Historias De Un Personaje SecundarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora