Capitulo 25: Peter se sale de personaje

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Nunca me subí al auto tan rápido.

Todo paso en un segundo: en un momento estaba terminando mi clase de filosofía, leyendo los discursos del banquete de Platón, y al siguiente estaba conduciendo hacia la cafetería porque Leyla me había mandado un mensaje que decía: "Ven rápido. En serio te necesitamos''

Así que salí corriendo, esperando encontrarme con la cafetería prendida fuego, o con algún inspector de salud que venía a inspeccionar la despensa que no ordenamos hace 1 semana. Tengo esa mala costumbre de siempre esperar lo peor, hasta en las cosas más mínimas, pero seguía excusándome con el ''En serio'' del mensaje.

Fue un poco de alivio el momento en el que estacione y no vi la cafetería hecha pedazos, como imaginaba, igual.

—¿Leyla? ¿Qué ocurre? —Llamé al entrar al local, estaba vacío como siempre, ni siquiera el señor Russo estaba hoy. Mi amiga estaba parada detrás de la barra, con un semblante preocupadísimo, mirando hacia los costados y jugando con sus manos.

—Bien, Charlie, que bueno que llegas. —Exclamó al verme, acercándose.

—Dime por favor que no prendieron fuego nada —Imploré.

—No, no es eso... Es algo más complicado.

—Me estás asustando Leyla, ¿Qué pasa? —Pregunté, percatándome su ausencia. —¿Y Peter?

La morocha suspiro: —Ese es el tema.

La miré confusa: —¿Peter es el tema? —jadeé —¿Acaso volvió a quedarse encerrado como la semana pasada? Yo le dije que revisara si la cerradura estaba bien, pero como nunca me hace caso...

—No, no se quedó encerrado —Negó —Por lo menos no involuntariamente.

—Sigo sin entender.

—¿Recuerdas que Peter se estaba viendo con una chica? ¿La del centro comercial?

—¡Oh sí! La tal Isabella, ¿No iban a salir hoy?

Isabella era una chica que Peter había conocido en el centro comercial; habían salido una vez y mi querido amigo había quedado muy ilusionado con ella. Decía cosas como que era el amor de su vida, que era perfecta, y que tenía todo lo que él siempre había buscado. Solía decir eso de la mayoría de las personas con las que salía, pero esta vez sonaba distinto, aún más real. Habían quedado en salir hoy también, iban a ir a una feria que se había abierto unos días atrás.

—Sí, y según lo que me dijo, salieron. —Explicó —Pero la cita era hasta las 6, y Peter apareció aquí hace unos 20 minutos.

Oh, una mala cita de Peter. Definitivamente era algo serio.

—¿Dices que salió mal?

—Bueno, el hecho de que entro corriendo, sin hablarme y solo se encerró en la despensa lo muestra bastante claro.

—¿Qué? ¿Se encerró en la despensa? ¿Y no te dijo nada más? —Pregunté preocupada.

—No, solo entro. No me dijo nada, eso es raro de él.— Pronunció con duda. ¿Ninguna broma? ¿Ninguna historia de decepción?

—Extremadamente raro.

—Me da miedo que ella le haya hecho algo. Me preocupa. —Pasó una mano por su cabello —Por eso te llamé, necesito una mano para descubrir que le ocurre. He estado llamando a la puerta, pero se niega a contestar. Y tú siempre has sido buena con las palabras, mejor que yo por lo menos, quizá puedas ayudarlo.

Suspiré. Quería discrepar con Leyla, diciéndole que ella era muchísimo mejor calmando a la gente que yo. Lo había hecho conmigo y con una niña a la que su galleta se le había caído unas semanas. Ella tenía la habilidad del habla, no yo.

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