Capitulo 26: El palacio de los Brooks

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—Me parece que va a ser algo complicado trabajar con este tiempo. —Ironicé, mirando por la ventana.

—Tú fuiste la que tuvo la idea de venir a trabajar aquí sin antes haberse fijado en el clima que daban para hoy. —Me contestó Hunter con el mismo tono

—Ajá sí, como si tú sí te fijaste.

La escena vista de afuera podía parecer bastante cómica: Estábamos los dos sentados en mi auto, con uno de nuestros cuadernos apoyado sobre la calefacción que apenas funcionaba, porque la tormenta de nieve nos había tomado completamente desprevenidos. Y todo porque a ninguno se le ocurrió chequear si el clima era compatible con una salida al parque.

—¿Qué hacemos ahora, Lottie? —Preguntó. —¿Taza taza cada uno para su casa y luego seguimos? Me parece una gran idea, ya te doy mi dirección

Una ráfaga de viento sacudió todo el vehículo, dejándome helada de pies a cabeza. Admito que nunca me gustaron las tormentas de nieve, y el pensar en que ahora tendría que manejar sola hasta mi casa, con el peligro de quedar aplastada por un árbol o una avalancha...

—Espera. —Lo interrumpí antes de que empezara a recitar los números de su casa. —¿No podemos hacer otra cosa?

—¿Quieres que nos quedemos aquí a hacer el trabajo, muriendo de frío?

—No, no es eso.

—¿Entonces?

Dudé unos segundos.

—¿Podría, digo, está la posibilidad de poder quedarme en tu casa hasta que se termine la tormenta? —La pregunta me salió casi como un susurro, lo que hizo que él tardara unos segundos en descifrarla.

—No. —Negó. —Ni siquiera lo pienses

Bufé, juntando las manos: —Ay vamos, por favor. Te juro que no voy a romper nada.

—No, ya te dije. —Contestó. —Esto es ridículo. ¿Por qué quieres ir a mi casa?

—Me da miedo conducir en la nieve. —Volví a susurrar. No quería darle aún más razones para burlarse. Hunter se tapó la cara con las manos.

—Debes estar bromeando.

—Por favor, ¿sí? —Imploré, al sentir otra ventisca. —No quiero ir hasta mi casa con este clima, me aterra la tormenta, y tu casa queda mucho más cerca. Podemos quedarnos ahí hasta que se termine y aprovechar para trabajar el proyecto. No tocaré nada, ni hablaré con nadie. Porfis.

Hunter se quedó unos segundos callado, y lanzó un suspiro

—Te pasa por elegir un parque que me toma como media hora de viaje. —Me alcé de hombros.

El parque donde nos habíamos reunido por primera vez, se había vuelto como nuestro lugar de reunión predeterminado. Nos habíamos juntado dos veces más para intentar seguir con el guion, y para la cantidad de tiempo que nos quedaba, técnicamente íbamos bastante bien. Ya habíamos escrito la primera escena, aunque siempre que intentábamos seguir con la siguiente, algo nos distraía. La primera vez, discutimos si Homero había presentado a Aquiles y Patroclo como pareja en la Ilíada, acabando con una búsqueda de ejemplos en el PDF de la historia. Totalmente irrelevante a Mujercitas, ni siquiera sé cómo surgió el tema. En la otra reunión, salió la pregunta de qué es verdaderamente el amor romántico, y cuando uno mencionó el nombre del filósofo Badiou, nos pasamos tres horas discutiendo sus planteos.

Ambos pensábamos mucho, nos preguntábamos cada mínimo detalle de cosas que ni siquiera nos incumbían en el momento. Era imposible no irnos por las ramas.

Historias De Un Personaje SecundarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora