Capítulo 57: Arriesgándome a comprar un vestido (sale mal?)

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—Creo que es... Demasiado pequeño. —Solté, ahogando una respiración. Quizá exageraba, pero pude sentir mi estómago tocando mi columna al momento en el que se cerró el cierre del corset —Si... Demasiado apretado.

Leyla tomó eso como una señal para aflojar el vestido rojo.

La vendedora había sido bastante convincente al decirnos que el bello vestido color fuego con corset era tan "elástico" como una goma, y que no importaba de que fuera talle único 2 más abajo que el mío.

—Bueno, ok, una opción menos. —Anunció mi amiga, mirando a través del espejo del probador —Aunque debo admitir: el rojo te queda pintado. Hay que buscar más de este color.

Mire mi reflejo e hice una mueca. El rojo me parecía extravagante, demasiado fuerte. Un color que exclamaba "Estoy aquí, observen lo bello que soy" No sentía que esas vibras se acercaran a mí.

Yo no era rojo, no me sentía esa cosa extremadamente bella o a la que todos debían apreciar. No era un color fuerte, no llamaba la atención; me sentía más bien un beige o un azul, algo menos brillante.

—Hace resaltar tu cabello y tus labios. —Me explicó. —Es un buen color para ti, aunque bueno, eres tú la que decide.

—¡Para mí tienes que ir con uno negro! —Sentí un grito desde afuera —¡El negro es el mejor color!

—Consigue un vestido negro de su talle, Peter —Le dijo Leyla de vuelta, riendo cuando vimos un vestido negro colarse sobre la puerta del cambiador.


Lo tomé mientras le agradecía a mi amigo. Lo primero que note era que parecía más corto que los otros que habíamos estado probando, y que tenía unas mangas bastante largas a los costados.

Leyla salió del lugar para dejarme cambiarme y mientras lo hacía fui escuchando su conversación con los otros dos chicos afuera.

—¿Se fijaron que estuviera en el rango de precios?

—¡Son vestidos! ¿Qué tan caros pueden ser? Y si superan por un poco, podemos encargarnos entre todos.

—Peter, ninguno de nosotros tiene más de 6 dólares en el bolsillo ¿De verdad crees que podemos comprar uno de estos vestidos que cuestan como 40? —Escuché la voz de Nico —Creo que tenemos que mantenernos positivos, pero tampoco tanto.

Ese era el problema de venir a comprar vestidos: ¡Parecía que estaban hechos de oro! Habíamos pasado ya por 3 tiendas, y en todas, los alquileres superaban los 50 dólares. Casi se hacía imposible elegir cosas para probarme cuando mis ojos se iban directamente a la etiqueta con el precio.

Fue Leyla quien dijo de venir hoy a conseguir mi vestido para el baile, el hecho de que faltaba una semana y de que la Sra. Chang nos había dado el día libre le dio la idea.

Habíamos armado todo un plan de acción: había 5 tiendas de alquiler en el centro comercial, y este cerraba a las 10, por lo tanto, si queríamos tener tiempo para recorrer cada una, debíamos estar máximo 1 hora y media en cada tienda —Más otra media hora para comer algo y analizar lo que habíamos visto— y luego teníamos una última media hora para ir y conseguir el vestido finalmente elegido. Esta era la tercera tienda que visitábamos, y si debía ser honesta, la menos prometedora

Terminé de ponerme el vestido, y no me convenció demasiado. Las mangas semitransparentes estaban bien, eran bonitas y elegantes; aunque eran algo apretadas, supuse que por poco uso. Consideré además que con la cercana llegada del verano y el aumento de temperatura, quizá me molestarían. No quería sudar como una cascada por el calor.

Sin embargo, el verdadero problema era la longitud. El vestido me llegaba un poco más alto que las rodillas, y aunque no me molestaba usar faldas a esa altura, este se veía extraño. La tela era muy gruesa, lo que ensanchaba mi cadera de una forma antinatural, y no pude evitar que mis ojos fueran directamente al raspón rojo en mi rodilla que me había hecho al tropezarme hace una semana en mi casa. Siempre me dijeron que tenía piernas muy largas y que ponerme cosas cortas me convenía, pero este vestido no ayudaba en nada.

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