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Los días de partido eran bastante diferentes al resto de los días, pero es que, en aquel, además, nos jugábamos el primer título de la liga, la Supercopa. Todas las horas de pretemporada, los partidos jugados, los entrenamientos en los que terminábamos por los suelos entraban en juego en aquel instante. Enfrente, el Uni Girona, actual campeón de la Copa de la Reina, pero nosotras habíamos conseguido hacernos con la liga la temporada pasada, por lo que al final partíamos como favoritas después de un año en el que los títulos habían estado más que repartidos.

El equipo gerundense se había reforzado más que bien. Había fichado a varias jugadoras extranjeras y conseguido el regreso de una de sus estrellas de la cantera. Amelia Ledesma había vuelto al club que la había visto crecer y aquel que la llevó a jugar en el Praha y, más tarde, en el Fenerbahçe, donde había coincidido con su gran amor.

Y es que su historia era muy sonada, más ahora que ambas regresaban a España, y no había día en el que no compartieran alguna foto a través de las redes sociales, donde supuestamente yo no la seguía, pero me terminaba enterando de todo. Y no es que a mí me importara mucho, no me iba nada mal en ese aspecto y podía tener a quien quisiera, pero sí que envidiaba de alguna manera esa libertad y respeto que habían conseguido.

Nunca habíamos coincidido, ni en selección ni enfrentándonos la una a la otra. Por casualidades del destino, el año que a mí me convocaron para jugar el Eurobasket, ella estaba recuperándose de una lesión y por eso entré yo y, cuando jugaba en España, yo estaba formándome en Estados Unidos, jugando en la NCAA. Por lo que enfrentarme a ella, además de la rivalidad que suponía el conocido como clásico del baloncesto femenino, tenía un plus puesto que me hacía ilusión demostrar que podía contra ella e iba a hacer todo lo posible por parar sus conocidos ataques.

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Aquella mañana desayuné lo de siempre, me preparé con la equipación de entrenamiento y me fui a la sesión de tiro voluntaria que había organizado nuestro entrenador antes de reunirnos todas para analizar por última vez a nuestro rival. Acerqué a una de mis compañeras a casa en coche, comí, dormí un poco y a las seis ya estaba de vuelta al pabellón para que la fisio vendara mis tobillos y una de mis muñecas antes de comenzar con la ronda de calentamiento.

Las rivales aparecieron poco después de mi llegada. Saludé a las que conocía y vi cómo muchas de mis compañeras se acercaban a hacer lo mismo con Amelia entre bromas y pequeños piques en los que llegué a escuchar mi nombre. Sabía que como escolta me iba a tocar defenderla a ella y en aquel momento mi único objetivo era frenarla y que se encontrara lo más desubicada posible en aquel encuentro.

La afición empezó a llenar la grada del pabellón, vistiendo sus camisetas del Perfumerías Avenida y con los tambores para guiar tanto los gritos de ánimo como los aplausos. Todo estaba preparado, ahora solo quedaba que nosotras diéramos el cien por cien en aquella pista.

- Luisita, sales de titular – me indicó el entrenador a falta de dos minutos para que comenzara el juego y haciéndome sentar en el banquillo junto a mis otras cuatro compañeras que completarían el quinteto inicial - os quiero fuertes desde el primer momento. Presionamos todo el campo y en ataque vamos a intentar generar el juego exterior, que vean que somos buenas en el triple

Todas unimos nuestras manos e hicimos el grito que teníamos planeado para aquella nueva temporada. Di unos cuantos saltos para entrar en calor y busqué con la mirada a la morena que ya le estaba dando la mano al séquito arbitral. Yo hice lo mismo, le di la mano a ella y me puse a su lado intentando que no se hiciera con el balón después del salto inicial.

Kelly, mi compañera de equipo, se hizo con el balón y me lo pasó a mi para que pudiera iniciar el primer ataque. Amelia estaba atenta a cada uno de mis movimientos, intentando cortar el pase, pero en aquella ocasión pude ser más lista que ella y, tras un bloqueo de Lourdes, conseguí anotar los primeros puntos para mi equipo.

Un sueño compartidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora