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No había podido sacar de mi cabeza en todo el día el dichoso sueño con Luisita. Sabía que no tenía que darle mucha más importancia, no era la primera vez que Laura o yo teníamos un sueño de este tipo con otra persona y siempre nos lo contábamos y nos reíamos, pero esta vez lo notaba diferente. Me sentía culpable, probablemente no por el sueño en sí, sino por lo que ocurrió después o porque no notaba que pudiera contárselo de broma a Laura como había pasado en otras ocasiones.

También volvió a traerme de vuelta viejos fantasmas del pasado en mi relación con ella. Antes de volver de Turquía habíamos tenido un montón de conversaciones incómodas, pero muy necesarias para intentar arreglar lo que fuera que nos estuviera pasando. Después de cada conversación, yo me quedaba muy a gusto y tenía la sensación de que íbamos a conseguir volver a lo que habíamos sido siempre. Nos queríamos y las dos estábamos dispuestas a poner de nuestra parte para llegar a ello ¿Qué podía salir mal? Pero la realidad era que el tiempo pasaba y yo no notaba apenas avances.

Estábamos bien juntas, entrenábamos juntas, jugábamos juntas, todo nuestro entorno era compartido, nuestras familias, nuestros amigos, teníamos esa confianza forjada a lo largo de los años y con la intimidad que otorga el compartir absolutamente todo con una persona.

Sin embargo, a pesar de pasar tanto tiempo juntas, nos sentía más lejanas que nunca.

La duda que tenía en Turquía no se había disipado. ¿Estábamos juntas porque era la opción cómoda y fácil? ¿Por que cuando todos tus planes y toda tu vida futura está diseñada con esa persona, crees que eso es lo correcto? ¿Estábamos juntas porque nos seguíamos queriendo? ¿Merecía la pena intentar arreglarlo? Y para esta última pregunta si tenía respuesta, al menos por mi parte, y era sí.

Siempre había creído que las relaciones pasan por diferentes etapas, no todo puede ser siempre de color de rosa, y no se puede tirar todo a la basura a la primera de cambio, pero también era consciente de que yo no me iba a conformar con lo que teníamos ahora o con estar en mi zona de confort sin recuperar ciertas cosas en la pareja.

Laura y yo habíamos hablado mucho de que esto no era una cosa de un día ni dos, era una cuestión de tiempo y de trabajo mutuo, ¿pero por qué tenía la sensación de que ese trabajo no se estaba realizando y que simplemente dejábamos el tiempo pasar como si por arte de magia todo se fuera a arreglar solo?

De repente, mi teléfono sonó sacándome de este bucle de intensidad en el que había entrado. Era Susana, la seleccionadora, para informarme de que había sido convocada para las ventanas. La verdad es que tenía bastante claro que iba a estar, pero siempre te queda esa dudilla hasta que te llaman de manera oficial. Ahora tenía curiosidad por ver quién estaba dentro y quién se había quedado fuera.

Laura estaba dándose una ducha y la oí hablar por teléfono desde el baño, así que asumí que también había sido convocada. Cogí el móvil para ver un poco por las redes sociales si encontraba algo de información y no tardé en ver una foto con la convocatoria al completo. Estaba bastante contenta con todas, aunque siempre daba pena por algunas compañeras que se quedaban fuera. Estaban brindando la oportunidad a muchas chicas jóvenes y a mí eso siempre me gustaba, la ilusión y las ganas con la que vas por primera vez son algo irrepetible.

Entré a Instagram y me puse a ver los stories de manera automática como hacía siempre hasta que llegué a uno que era la foto de la convocatoria, miré a la persona en cuestión y vi que era de Luisita. Otra vez ella aparecía en mi cabeza, pensé en reaccionar, pero me quité la idea al momento. ¿Qué pretendía?

Sin embargo, no pude evitar volver para atrás y ver de nuevo esa foto con la carita de todas. Siguiendo un impulso irrefrenable le mandé unos ojos acorazonados. Ya estaba. Lo había hecho y no había vuelta atrás. Pinché en su perfil y me puse a ver todas sus fotos como ya había hecho hacía unos días. Tenía esos ojos que hablaban tanto y esa sonrisa tan bonita. No pude evitar fijarme en una foto que tenía en la playa haciendo el tonto y tenía un cuerpo ejercitado, pero muy femenino. Hice un poco de zoom en sus piernas porque creo que era lo que más resaltaba a simple vista de su anatomía.

Un sueño compartidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora