Un sueño compartido

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Por muchos años que lleves de jugadora, siempre hay algo a lo que no consigues acostumbrarte y ese algo eran los grandes torneos, el nerviosismo por el viaje, el llegar allí, el respirar el ambiente que solamente te podía ofrecer la Copa de la Reina de tener a tantas aficiones enfrentadas, pero conviviendo a la vez y haciendo algo tan bonito de este deporte. Era un nerviosismo bueno, de ese en el que no puedes ya ni dormir porque quieres que llegue el día en el que coges el bus o el tren para llegar hasta la ciudad que alberga la competición, de entrar en el hotel, de estar con tus compañeras y saludar a las rivales que lo fueron en algún momento.

Este año se iba a celebrar en San Sebastián, por lo que teníamos un viaje de casi seis horas por delante que el club había decidido que hiciéramos en bus para así también tener un vehículo con el que movernos por la ciudad vasca. Era lunes y los partidos comenzaban el jueves, nos habíamos clasificado ocho equipos y, por supuesto, el conjunto charro donde estaba Luisita también iba a estar allí.

Habíamos madrugado para poder llegar allí antes de la hora de comer, instalarnos en el hotel donde estaríamos todos y entrenar tranquilamente por la tarde.
Laura fue la que me despertó, le costaba menos que a mí lo de madrugar, dejó varios besos en mi rostro y al final me tocó salir de la cama ante las risas de mi novia a la que le hacía bastante gracia mi cara de dormida a las cinco de la mañana.

Me tomé el café que había preparado, me vestí con el chándal oficial rápidamente y me aseguré de que no me dejaba ninguna de las equipaciones y llevaba todo lo necesario conmigo.

- ¿Estás ya lista?

- Sí, voy a mandarle un mensaje a mi madre para avisarle y a ver si al final se animan Txell y ella a venir

- Estaría genial y a tu hermana seguro que le viene muy bien

- Sí y así nos podemos sacar alguna foto con ellas y con la copa que vamos a ganar – bromeé

- Esa es la actitud – respondió ella sonriente

Llevábamos un par de días en los que la relación con Laura iba bastante bien. Me había apoyado mucho con lo de mi hermana y, de alguna manera, el espíritu de la Copa parecía haber hecho mella en ella y estaba más contenta que de costumbre. Me encantaba verla así, aunque me daba miedo pensar si a lo mejor el tener dos días tan bueno podría desembocar después en algo peor y aquello solo ser la calma que precedía la tormenta. Intenté no pensarlo, besé sus labios al pasar delante de ella para salir hacia el rellano y me gané un pequeño golpe en el culo mientras las dos sonreíamos.

El lugar desde el que salía el bus estaba bastante cerca de nuestro piso, por lo que pudimos ir andando hasta allí. Fuimos las primeras en llegar y subir al autobús, cada una ocupando una fila de asientos para así poder estirarnos bien y dormir algo en el viaje.

- ¿Qué tal, pareja? – saludó Blanca entrando y pasando al lado de nosotras

- Con sueño – respondí yo entre risas
- A ver si las demás vienen con ganas de dormir también y no dan mucha guerra

- Eso espero, que hay que descansar para el entrenamiento de esta tarde

- Sí, jefa – soltó Jana, entrando también y simulando un saludo militar

- Qué graciosa – respondió Laura mientras las demás nos reíamos

El viaje al final no se nos hizo tan largo. Conseguí dormir un par de horas, hablé con mi hermana otro rato, escuché música y estuve atenta a las redes sociales, viendo como tanto Avenida como Gernika y el equipo anfitrión, el IDK, ya estaban en el hotel.

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El autobús nos dejó enfrente del hotel, quedando en que pasaría a por nosotras de nuevo a las seis de la tarde para llevarnos hasta el pabellón donde teníamos previsto el entrenamiento. No nos encontramos a nadie al llegar, por lo que fuimos directas hasta nuestra planta y dejamos las cosas en las habitaciones antes de bajar a comer.