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Cuando comenzamos la temporada siempre hay tres objetivos claros, la Supercopa, la Copa de la Reina y la Liga, por eso, hoy, me había levantado con una sensación extraña, un sentimiento de que comenzaba todo y que, para llegar a conseguir el título, primero teníamos que pasar por ganar aquel partido de cuartos.

Desayuné con mis compañeras bastante pronto, cuando todavía no habían llegado ni el resto de jugadoras de otros equipos, y subimos a las habitaciones a cambiarnos para ir directas al pabellón y hacer una última sesión antes del partido que íbamos a jugar aquella tarde.

Nos enfrentábamos al Clarinos, el equipo de Tenerife que había conseguido meterse en octava posición. A priori era un partido que deberíamos ganar nosotras, pero estábamos en la Copa y cuando nos la jugábamos todo a un encuentro, a cuarenta minutos dentro de aquella pista, cualquier cosa podía pasar.

El entrenamiento lo dedicamos sobre todo a practicar tiro y repasar alguna que otra jugada nueva que llevábamos para la ocasión. Nuestra fisio se dedicó a tratar las posibles molestias que tuviésemos y aprovechamos los últimos minutos para hablar, plantear dudas y animarnos mutuamente.

Fuimos directas al comedor, teniendo en cuenta que el entrenamiento sería a las cuatro y, nada más sentarme en la mesa miré mi móvil, encontrándome una foto de Nora con su camiseta del Avenida y su bufanda atada al cuello.

- Estás muy seria hoy – soltó Lourdes dejando su plato justo enfrente de mí.

- ¿Yo? – pregunté mirándola – No, solo estoy concentrada, ya sabes.

- ¿Seguro? – volvió a insistir.

- Que sí, ya sabes que me gusta mucho este torneo y quiero dar lo mejor de mí.

- ¿Has visto la foto de Nora? – dijo cambiando de tema – Me la ha pasado tu hermana, aunque lleva tu número.

- A ver qué te crees – dije yo entre risas – Nora es ante todo fan de su tía y va a llevar siempre el 11 en la camiseta.

- Bueno, ya veremos – dijo llevándose un trozo de brócoli a la boca.

Comimos todas juntas y, justo cuando fuimos a salir de allí, entraban ya algunas jugadoras del Uni Girona. Las gerundeses debutaban al día siguiente, por lo que hoy todavía podían estar algo más tranquilas. Amelia bajaba hablando con Ona, pero, en cuanto me vio, le dijo que siguiera hacia delante y se acercó enseguida a mí.

- Luisita – me llamó - ¿os vais ya para el pabellón?

- No, tenemos media hora de descanso todavía

- Solo quería desearte mucha suerte

- Gracias – le sonreí

- Pero solo porque tengo ganas de que nos enfrentemos en la final para ganaros – siguió entre risas

- Qué graciosa, pues tened cuidado a ver si vamos a ser nosotras las que os demos una paliza. ¿Quieres que te recuerde quién va primero en la clasificación?

- No, no hace falta – respondió enseguida, sabiendo que ellas estaban terceras – No, ahora en serio, mucha suerte. No creo que podamos bajar a veros jugar, quizás el último cuarto, pero estaré pendiente

- Te dedicaré un triple si quieres

- No hace falta – respondió viendo como la llamaban para ir ya hacia su mesa – Bueno, descansa

- Gracias, luego nos vemos – dejó una cariñosa caricia en mi brazo y se perdió entre el resto de jugadoras vestidas con aquel chándal rojo y negro.

Subí a la habitación y me tiré en la cama boca abajo bajo la atenta mirada de Lourdes, que estaba ya allí mirando el móvil.

- Me odio, de verdad – dije, escondiendo mi cabeza en la almohada

Un sueño compartidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora