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Después de aquella llamada con Naiara, pasé el resto del día tumbada en el sofá, viendo una serie con Lourdes y descansando, que falta me hacía. No llegué a hablar con Amelia puesto que se le terminó complicando el día después del entrenamiento, por lo que solamente intercambiamos algunos mensajes, hasta que me quedé completamente dormida.

Sin embargo, al día siguiente, antes de prepararme para ir a la sesión de entrenamiento del día antes del partido decidí llamarla para contarle bien lo que había hablado con Naiara y preocuparme también sobre cómo estaba ella.

Esperé un par de tonos y enseguida sonreí al escuchar su voz, todavía un poco ronca de haber estado durmiendo hasta hacía poco y ver su cara.

— Hola, cariño — saludó con una pequeña sonrisa — ¿Cómo estás?

— Hola — respondí — Bien, he dormido mucho esta noche, pero lo necesitaba la verdad, he sentido que por fin descansaba.

— Me alegro mucho.

— ¿Y tú? Ayer me dejaste un poco preocupada.

— Ya, lo siento — susurró.

— Amelia, no quiero que te hagas la fuerte por mí ni que te calles cómo te sientes. Tenemos que ser sinceras la una con la otra y apoyarnos mutuamente. En eso se supone que consiste una relación.

— Ya, si lo sé. Es que, puff — se recogió el pelo en un moño y me dedicó una mirada sincera — me está matando no poder estar a tu lado con todo esto.

— Pero estás, amor, aunque no sea físicamente, estás conmigo. No puedes dejar de lado tu trabajo y todo por esto, ¿si?. Pero necesito que me cuentes cómo estás y qué piensas de todo.

— Lo haré, te lo prometo — respondió — Bueno, cuéntame, ¿qué te dijo Naiara?

— Me echó un poquito la bronca — confesé poniendo cara de niña buena, consiguiendo sacarle una sonrisa — Y me ha obligado a una cosita en la que estás tú también involucrada.

— ¿Yo? — asentí.

— Quiere que vaya a Logroño.

— ¿Mañana?

— Sí, fue el partido que dijimos Lourdes y yo ayer con Miguel delante y Naiara ha creído que ir allí es la mejor opción, porque lo más probable es que sea él u otra persona, vayan para vigilarnos y ver si realmente nos encontramos o no. No me ha querido dar muchos detalles más, quedamos en que me iría avisando, pero bueno, mira, al menos nos va a servir también para vernos dentro de poco.

— Eso sí. ¿Y vendrías a mi hotel? ¿o cómo?

— Sí, al menos eso he entendido, no sé si querrán que quedemos en un determinado lugar de la ciudad o qué, ya te iré contando.

— Vale. Tenemos que pillarlo, es la mejor oportunidad. Y la policía tiene que saber algo porque si no, no planearían todo esto, estamos muy cerca, cariño — soltó mucho más optimista que hace un rato.

— Yo también lo creo, tiene que acabarse esto ya y poder estar tranquilas por fin.

— Sí — asintió — Bueno, ¿qué? ¿preparada para el partido de mañana? — preguntó cambiando de tema.

— Pues no sé, porque estamos un poco bajo mínimos y Valencia da un poquito de miedo, que son muy buenas.

— Bueno, pero vosotras también y a mí me interesa que ganéis.

— Claro, para quedarte con la segunda plaza, cabrona — solté haciéndola reír — Pero es que tenemos a tres lesionadas y no son las malas precisamente.

— Pero estás tú y con eso basta.

— Ya, claro, qué bien lo ves.

— Pues sí, tú eres mi jugadora favorita, pero no se lo digas a nadie, no siendo que me echen del club.

Un sueño compartidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora