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Los últimos partidos con el equipo habían ido muy bien tanto en liga como en Euroliga. Habíamos jugado aquel mismo viernes por la tarde contra el Bembibre en casa en un encuentro en el que no tuvimos problemas y, teniendo en cuenta que se había aplazado el partido del miércoles de Euroliga contra el Avenida para la siguiente semana, debido a un problema de calendario de las salmantinas, desde el equipo nos habían dejado tres días de descanso, por lo que hasta el martes no nos volvíamos a incorporar a los entrenamientos.

Laura y yo habíamos aprovechado aquella ocasión para salir unos días de Girona a una casa que habíamos alquilado cerca de la playa, en la que nadie nos molestara y que sabíamos que nos vendría bien para curar nuestra relación.

Estábamos haciendo las maletas para poder salir después de comer, cuando sonó el timbre de nuestro piso, extrañándonos a las dos.

- ¿Esperas visita o has pedido alguna cosa? – le pregunté yendo a la puerta principal para abrir

- Yo no, ¿y tú?

- Tampoco

La miré dudosa y me asomé por la mirilla de la puerta antes de abrirla. Al otro lado estaba mi hermana Meritxell y mi sobrina Laia agarrada de su mano. Les abrí y, en cuanto vi la cara de mi hermana sin maquillar y totalmente rota me temí lo peor.

- Hola – saludó con el tono bajo - ¿Podemos pasar?

- Sí, claro – le respondí - ¿Qué tal, cuqueta?

- Bien, tía – Laia se abrazó enseguida a mí y no quiso bajar hasta que pasó a los brazos de Laura

- ¿Ha pasado algo? – mi hermana solo asintió, pero enseguida entendí con eso que no quería hablar delante de la pequeña

- ¿Por qué no nos vamos tú y yo al parque y te compro alguna chuche? – dijo Laura enseguida a Laia – Me cambio en dos minutos y nos vamos

Laia asintió, sacando una primera sonrisa y vino con nosotras a sentarse al sofá en lo que regresaba su otra tía.

- ¿Queréis agua o alguna otra cosa?

- Si tienes una infusión te lo agradecería

- Sí, claro – dije acariciando su rodilla con cariño al levantarme - ¿me ayudas, peque?

Laia me siguió y se metió en la cocina conmigo, ayudándome a colocar la bolsita de la infusión en la taza y a darle al botón en el hervidor

- Tía – dijo un poco dudosa

- ¿Qué pasa, cuqueta?

- Creo que papi y mami se van a separar

- ¿Por qué dices eso, cariño? – la cogí y la senté en la encimera para poder tenerla a mi altura

- Porque los he escuchado discutir, mami lloraba mucho y después hemos subido en el coche y hemos venido aquí

- A veces las personas mayores discuten, pero eso no quiere decir que se vayan a separar. Y, aún así, tienes que saber que si lo hacen es por el bien de todos, porque te quieren mucho y no quieren que tú lo pases mal

- ¿La tía y tú también os enfadáis?

- A veces sí, pero eso no significa nada. Yo sigo queriendo a Laura

Laura entró sin hacer ruido a la cocina y nos dedicó una pequeña sonrisa cómplice.

- ¿Estás lista? – le preguntó a Laia, que asintió enseguida – Pues venga, ve a darle un beso a mami que nos vamos

- Voy – dijo saliendo hacia el salón

- ¿Qué piensas? – me preguntó enseguida, acariciando mi cintura

Un sueño compartidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora