Me quedé con Luisita abrazada en aquella cama mientras repartía besos por su pelo y acariciaba su espalda, teniéndola refugiada entre mis brazos.
— Ojalá pudiésemos quedarnos así toda la noche — susurró contra mi pecho.
— Me encantaría la verdad — respondí, levantando su rostro para poder besar su frente con mimo.
— Se me va a hacer un poco cuesta arriba todo esto — confesó.
— Podremos con ello, cariño, ya lo verás. Además de que en nada nos volvemos a ver con la selección y que una vez juguemos la final mañana tendremos toda la tarde para nosotras solas.
— Lo sé, no sabes las ganas que tengo — me miró con los ojos un poco brillantes y capturó mi labio inferior en un tierno beso que duró más de lo normal, como si quisiera que aquel instante dejara de ser fugaz.
— Y yo — acaricié su mejilla, deslizando mis dedos suavemente hasta llegar a esos labios que acababa de probar y volver a besarla.
De repente, el sonido del teléfono de Luisita hizo que girara un poco su cuerpo para comprobar quién podía ser. Lourdes le estaba escribiendo para avisarnos de que no podía dejarnos más tiempo, por lo que decidí levantarme, recoger mi ropa y vestirme, mientras la rubia tocaba mi espalda todavía desnuda. Terminé de ponerme la sudadera y me agaché en la cama para besarla repetidas veces y así poder tener guardado el sabor de sus labios hasta la próxima vez que pudiera volver a retenerlos entre los míos. Abrí la puerta y salí rápidamente puesto que lo que menos quería era que mi entrenadora me viese danzando por el pasillo de nuestro rival en la gran final y que me jugara no poder disfrutar de los minutos que quería en el partido.
Recorrí el pasillo y, justo antes de llegar a la altura de las escaleras escuché la voz de Lourdes hablando de temas técnicos con el que supuse que era su entrenador. La ojiazul se dio cuenta de mi presencia y me guiñó el ojo indicándome que ella se encargaba de entretenerle y me hizo un gesto con la cabeza para que subiera corriendo las escaleras hasta la planta en la que estaba mi habitación.
Al día siguiente, seguimos la rutina para la gran final que íbamos a disputar contra el Perfumerías Avenida a la una del mediodía. No era una hora que me gustase mucho, pero sabía que tenía que estar al cien por cien para poder ayudar a conseguir la victoria para mi equipo. El encuentro fue bastante intenso, el juego exterior de las charras nos estaba haciendo bastante daño y nos llevó al último cuarto con un equilibrio en el marcador al que solíamos llegar en la mayoría de nuestros enfrentamientos. Sin embargo, no sé cómo lo conseguimos, pero tras un último tiempo muerto pedido por nuestra entrenadora, en el que planeó una última jugada en la que conseguir un tiro liberado y romper el desempate que había, conseguimos llevarnos la victoria y quitarles el título a las perfumeras.
Me daba mucha pena por la carita que se le había quedado a Luisita después de aquello, pero sabía que en el fondo se alegraba por mí y a mí me hacía mucha ilusión ganar aquel título después de todo lo que habíamos trabajado en la pretemporada.
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La distancia cada vez se hacía más cuesta arriba, habían pasado solo un par de semanas desde que habíamos ganado la Supercopa y había podido disfrutar de esa tarde libre con Luisita, después habíamos coincidido de manera express en un encuentro de Liga aquí, pero aunque intentaba ser positiva, la verdad es que me costaba tenerla tan lejos y sabía que a ella también.
Hablábamos siempre que podíamos y prácticamente todas las noches hacíamos videollamadas para contarnos que tal el día y que toda la situación pesara menos, pero aún así era complicado.
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Un sueño compartido
FanfictionLuisita juega en el Perfumerías Avenida y Amelia en el Uni Girona. Más allá del baloncesto, creen que no tienen nada en común, pero, a veces, no todo es como parece. Fic escrito junto con @Improv_ISA