Tras aquellos días de ensueño en Asturias con Amelia, nos tocó separarnos, pero tan solo por unos pocos días. Había comenzado junio y con ello llegaba la concentración con la selección para preparar el Eurobasket que jugábamos a finales de aquel mes y principios del siguiente. La seleccionadora había decidido que nos juntáramos todas en Madrid, donde también jugaríamos dos partidos con la selección francesa y la belga, por lo que yo había vuelto directamente a la capital para pasar tiempo con mi familia.
Llevaba a Nora al colegio por las mañanas y la iba a recoger, viendo como la enana presumía de mí, porque le interesaba, desayunaba en el bar con mi abuelo, paseaba por el Retiro o quedaba con mis amigos para ponernos al día después de tantos meses separados. Las dos semanas se me habían pasado volando y, aquella misma tarde por fin iba a poder volver a ver a la de rizos en el hotel donde nos habían citado.
Antes de ir para allá, le había prometido a mis padres que me pasaría por el bar para despedirme y así comer todos juntos, así que me pasé por casa de María para recoger a mi sobrina, viendo que mi hermana llegaría algo más tarde porque seguramente pasaría a buscar a Lourdes, que, aunque siempre había sido una más en nuestra familia, ahora lo era con más razón, y así estar un rato hablando con mi abuelo.
— Hola, abuelo — saludé entrando, viendo como Nora se sentaba enseguida en uno de los taburetes que había entorno a la barra y alzaba su cuerpo para besar la mejilla de Pelayo.
— Hola, charritas — saludó sonriente — ¿Queréis alguna cosa para comer?
— ¡Yo zumo! — respondió enseguida la pequeña, mientras balanceaba sus piernas.
— Yo no quiero nada, gracias — respondí sentándome al lado de Nora — ¿No están papá y mamá?
— Tu padre está en la cocina y tu madre ha ido a comprar algunas cosas.
— Pues voy a ir a saludarle, ¿te vienes, peque?
— ¡Sí!
Nora entró corriendo, saltando a los brazos de mi padre como siempre solía hacer, pero poniendo cara de asco en cuanto vio que estaba haciendo lentejas para la comida de aquel día.
— ¿Qué tal, hija? ¿Ya lo tienes todo preparado?
— Sí, nos lleva María al hotel, así que es solo meterlo en su coche y ya está.
— ¿Estás nerviosa por ver a tu novia? — me preguntó sonriendo.
— Ay, papá, de verdad.
— Yo creo que sí, abu, porque lleva todo el día mirando el móvil y sonriendo. Mami dice que sonríe como una tonta porque está enamorada.
— Yo también lo creo.
— Mira, de verdad, si lo sé me voy a comer al hotel. Porque abuelo y nieta, iguales sois.
— Ya se podía haber venido a comer hoy con todos.
— Todavía no ha llegado a Madrid, así que un poco difícil.
— Bueno, pues espero que después del partido contra Francia nos la presentes. Y que la traigas antes de iros a Holanda.
— Ya veremos. — respondí sin querer entrar más en ese tema — Uy, ¿y estas flores? — pregunté viendo un ramo que había justo al lado de la puerta.
— Son para ti — respondió — Las ha traído antes un chico muy majo. Me ha contado que es muy fan tuyo, que de hecho había venido a pasar unos días a Madrid e iba a aprovechar para veros jugar. Tienen una nota yo creo.
— Jo, qué guay — solté ilusionada abriendo el sobrecito que venía con ellas.
Me da un poco de vergüenza dártelas en persona, pero espero que te gusten.
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Un sueño compartido
FanfictionLuisita juega en el Perfumerías Avenida y Amelia en el Uni Girona. Más allá del baloncesto, creen que no tienen nada en común, pero, a veces, no todo es como parece. Fic escrito junto con @Improv_ISA