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Corrí hacia la habitación y entré intentando no pensar, pero me era imposible que lo que había ocurrido dentro de aquel ascensor no se me viniera a la mente. Me tiré en la cama boca abajo, sintiendo alguna lágrima empañar mis ojos de la rabia, la frustración y aquel sentimiento de saber que no podía ser.

De repente escuché la puerta de la habitación abrirse y me incorporé un poco, intentando borrar de mi rostro cualquier señal que le pudiera dar a entender a Lourdes lo que había pasado. Mi amiga entró con una sonrisa, seguramente fruto de lo que habría hecho por ahí con mi hermana y me saludó.

— Me ha contado Anna que se ha ido la luz de todo el edificio, ¿tú te has enterado? – hice tan solo una mueca, pero Lourdes enseguida supo identificar que algo sucedía – uy, miedo – se sentó en mi cama y me obligó a sentarme a su lado - ¿qué ha pasado, Luisi?

— Que la he cagado y bien grande, además

— No me jodas, ¿qué has hecho?

— Amelia y yo nos quedamos encerradas en el ascensor

—¿Te la has tirado ahí dentro?

— No, me ha besado, bueno, y yo a ella. Joder, Lou, que si mi cabeza no llega a pensar por un segundo creo que sí, que habríamos sido capaces de follar ahí dentro

— Ves, te dije que le gustabas

— ¿Qué más da eso, joder? – solté desesperada – que yo no soy así, que yo no me meto en mitad de las parejas ni me enamoro de imposibles

— Pero es que tú no eliges de quien te enamoras – contestó ya más en serio mientras me miraba – y si Amelia se ha lanzado es por algo, no sé. Lo que no tienes que hacer es culpabilizarte, porque no tienes culpa de nada.

— Sí, sí que tengo porque deseé que lo hiciera. Estábamos las dos ahí, sentadas y solo pensaba en ella en lo que me gustaría besar sus labios, en lo guapa que era, en el cuerpo que tenía. Que me estaba besando y yo solo pude llevar mis manos a su culo porque tú no sabes Lourdes lo que es eso

— A ver, tranquilízate – dijo – Quizás al estar ahí las dos dentro ha terminado explotando todo, que vosotras os empeñabais en ser amigas y ambas sentís algo por la otra que no es precisamente de amistad.

— Pero es que no puede ser, ¿cómo voy a mirar yo ahora a la cara a Laura? Es que me da que ya sospecha algo y ahora con esto

— Tampoco es que la miraras tú mucho a la cara antes – bromeó – de todas formas ese no es tu problema porque tú no eres la que tiene pareja y bastante cacao mental tienes ya en la cabeza. ¿Habéis hablado después del beso?

— No, bueno, yo le he dicho que no era así y ella que había sido algo del momento y que estaba todo bien, pero no lo está. Joder, es que tampoco quiero que se vaya de mi lado, quiero que siga siendo mi amiga, pero después de esto

— Date tiempo, ¿si?. Creo que lo mejor es que estés unos días para pensar, para aclarar también tus sentimientos porque, amiga, siento decirte que estás loca por ella, si no, no estarías así. Al menos ya has descubierto que es algo recíproco, porque por mucho que se haya querido justificar con el momento, tú no besas a alguien porque sí

— Supongo – respondí dudando
¿Y cómo besa?

— Lourdes – protesté

— ¿Qué? Es una duda que tengo

— ¿Cómo quieres que bese? Pues de maravilla, creo que pocas veces me han besado así de bien.

— Tiene pinta de besar bien – dijo ella - ¿por qué no te das una ducha, te tranquilizas un poco y vemos algo mientras intentas dormir?

Un sueño compartidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora