Los rayos de sol me despertaron. Se me había olvidado por completo bajar la persiana aquella noche, pero, cuando abrí mis ojos, encontré a la culpable de aquello. Sonreí, todavía tenía mis dudas sobre si todo había sido un sueño o si en algún momento de la noche Amelia se iba a arrepentir de aquello e iba a terminar yéndose. Pero no, estaba allí, preciosa como ella era, con sus rizos cubriendo parte de su cara y de mi almohada y con una sonrisa tranquila que me moría de ganas de besar.
Dudé unos segundos, pero mi mano, casi por instinto fue directa a su mejilla para acariciarla con delicadeza, con un cuidado que pocas veces había tenido con alguien, retiré algunos mechones de su pelo y me quedé allí, tranquila, observándola.
Apenas habíamos dormido unas horas, desde que ella había dicho las palabras mágicas "ya no estoy con Laura", el autocontrol que llevaba teniendo todo este tiempo se había disipado y todas las ganas que llevaba acumuladas habían tomado el control. Era incapaz de separarme un minuto más del necesario de su cuerpo, de su boca, de sus labios y eso inevitablemente nos llevaba a un punto de no retorno del que no habíamos sido capaz de salir hasta que el agotamiento inevitable había llegado casi a las cinco de la mañana. No habíamos ni cenado y podía sentir mis tripas rugir, pero quien piensa en comida cuando tiene de plato principal a Amelia Ledesma. Aún así, estaba segura de que ella estaría igual que yo y cuando se despertara le vendría bien algo de desayuno para reponer fuerzas.
Poco a poco Amelia fue abriendo sus ojos, encontrándose de lleno con los míos, me sonrió y yo no pude contener más mis ganas de besarla
—Buenos días— susurré todavía sobre mis labios
—Buenos días— respondió— ¿Me estabas mirando?
— Puedes ser— dije haciéndome un poco la interesante— quería comprobar que lo de anoche fue real.
—Lo de anoche fue maravilloso, Luisita y muy real.
Volví a atacar sus labios con ganas y, cuando nos quisimos dar cuenta, ya estaba encima de ella besando su cuello, sin embargo, el sonido del timbre de forma insistente hizo que nos separáramos.
—Deberías ir a abrir— contestó la morena dejando un tierno beso en mi nariz
— No quiero —protesté.
Finalmente me levanté, cogiendo una camiseta ancha que tenía por allí y mi ropa interior y salí hacia la puerta para ver quién había sido la persona que me había hecho levantarme teniendo a Amelia Ledesma en la cama. Abrí y me encontré a Lourdes con cara de pocos amigos.
—Me alegro mucho de que hayas podido volver a ser tú y hayas follado, pero no he dormido nada por tu culpa en toda la puta noche, cabrona...
—Oye, que me he tragado yo buenas sesiones tuyas y encima con mi hermana —le dije haciendo hincapié en la última palabra.
—Que no, cariño, que en verdad me alegro mucho de que al menos estés intentando pasar página después de todo, pero ya sabes que me pone de muy mala hostia dormir mal —me dijo y yo le hice gesto de que se callara porque me daba miedo lo que pudiera decir y que Amelia la oyera —¿Qué pasa? No me digas que está aquí —me dijo susurrando.
—Sí...
—¿Luisita Gómez ha dejado que uno de sus rollos durmiera en su cama?
—No es uno de mis rollos y cállate que nos va a oír.
Lourdes me miró sin entender nada y de repente pude ver cómo le cambiaba su cara. Escuché unos pasos por detrás y pude adivinar lo que estaría pensando mi amiga en ese instante.
— No me jodas que te has follado a Amelia — soltó.
—Te quieres callar— dije enseguida, pegándola en el brazo.

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Un sueño compartido
FanfictionLuisita juega en el Perfumerías Avenida y Amelia en el Uni Girona. Más allá del baloncesto, creen que no tienen nada en común, pero, a veces, no todo es como parece. Fic escrito junto con @Improv_ISA