Luisita juega en el Perfumerías Avenida y Amelia en el Uni Girona. Más allá del baloncesto, creen que no tienen nada en común, pero, a veces, no todo es como parece.
Fic escrito junto con @Improv_ISA
Las Navidades habían terminado hacía ya unos días y, aunque hacía mucho tiempo que ya no disfrutaba de las fiestas típicamente, me hizo mucha ilusión ver a María el cinco de enero en la puerta de mi casa junto con Nora, que enseguida me abrazó, feliz de verme. Las dos estuvieron en el entrenamiento de la tarde, pudiendo escuchar los aplausos de la pequeña cada vez que yo metía una canasta y aquello, por muy insignificante que fuera para algunos, a mí me hacía tirar para adelante.
Hacía muchos años que no vivía una cabalgata de Reyes con Nora, tan solo cuando era un bebé pequeñito justo antes de que yo me fuera a Estados Unidos, por lo que verla con aquella cara llena de ilusión mientras veía las carrozas pasar, me devolvió a mí también la ilusión por aquellas fechas.
Venía de pasar unos días baja de ánimo, no sabía por qué, pero intuía que Lourdes se lo había hecho llegar a mi hermana y que por eso se presentaron, pero a mí me habían devuelto la energía que necesitaba para enfrentar aquella segunda mitad que se preveía muy interesante y para la que estaba dispuesta a todo, tanto para ayudar a mi equipo como para conseguir mis propios logros personales.
Además, tanto Lourdes como María se habían encargado de hacerme un regalo especial por Reyes, más después de lo que le confesé a mi amiga aquella Nochevieja y de la que estaba segura de que mi hermana ya se había enterado.
La semana se presentaba un poco dura, teníamos partido europeo el miércoles, pero en casa, por lo que aquello nos permitía no tener que pegarnos un madrugón para viajar y jugar además contra nuestra afición, pero sí que el fin de semana nos tocaba hacer un viaje un poco más largo de lo normal para jugar contra el Cadi La Seu.
Teníamos entrenamiento a las once y media, pero a mí me gustaba madrugar para poder desayunar tranquilamente, recoger un poco, aprovechar si tenía algo que hacer y arreglarme tranquilamente. Me había preparado un café cargado, una naranja, imprescindible, y un par de tostadas con tomate y jamón para tener fuerzas para la sesión de casi dos horas que nos tocaba aquel día, cuando escuché como vibraba mi móvil avisándome de un nuevo mensaje.
|Amelia| 9:02
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me he venido a desayunar al parque!
Era un mensaje de Amelia. El día de la fiesta justo habíamos estado hablando de que las dos siempre desayunábamos una naranja y ahora me mandaba una foto. No podía ser más mona. La agrandé y no pude evitar hacer zoom en su boca, fijarme en la manera en que sus labios apretaban ese pedazo de naranja, la sonrisa pícara que tenía en su cara con esos pómulos marcados, cómo sostenía el gajo entre sus labios con una mano y el resto de la naranja con la otra. Tenía unas manos tan bonitas, con ese tatuaje que compartíamos por casualidad, y encima con las uñas pintadas de negro que era algo que siempre me había gustado desde esa época un poco emo que tuve en la adolescencia. Sin embargo, en estos momentos, solo podía desear ser esa naranja.
|Luisita| 09:07
Qué hippie eres!
Yo ya me he comido mi naranja también y ahora estoy con el café a ver si me espabilo