—Te quiero, Amelia —me dijo Luisita sin apartar sus ojos de los míos — y no sé si es demasiado pronto para decírtelo porque no quiero agobiarte ni que nada estropeé lo que tenemos ahora, pero es lo que siento y además sé que lo sabes y yo no me lo puedo callar más...
—Shhh — le pedí poniendo un dedo en sus labios para que frenara, aunque me parecía adorable cuando estaba nerviosa y hablaba sin parar — Yo también te quiero Luisita.
—¿De verdad? — me preguntó y pude ver un poco la duda en sus ojos. Luisita iba siempre que parecía que se iba a comer el mundo con esa actitud chulesca, pero la realidad era que luego tenía toda esa inseguridad también en su interior y yo lo único que quería era borrársela a besos.
—Es imposible que alguien te conozca y no te quiera. Eres muy especial — le dije de forma muy sincera y podía ver la emoción brillar en sus ojos.
— Amelia... — susurró conteniendo la emoción — No sé ni qué decir. Tú también eres muy especial, no imaginas cuánto, la primera vez que te vi pudiste demostrarlo con tan solo una mirada. Tendría tantas cosas que decirte ahora mismo...
—¿Sabes qué hay mejor que las palabras? — le pregunté de manera retórica y me lancé a besar sus labios con todo el sentimiento del momento que estábamos viviendo.
—Ves, Margarita, te dije que Luisita había traído a la novieta, se están besando ahora mismo en la plaza — escuché decir a Enriqueta mientras sujetaba su teléfono — Tú asómate, ya verás.
No pude no reirme en aquel instante ante aquella situación tan extraña y sentí las carcajadas de la rubia sobre mi boca.
—Creo que será mejor que nos vayamos a casa, así podemos demostrarnos las cosas en la intimidad
Luisita apenas me dejó entrar en casa, que ya estaba atacando mis labios. Me dirigió hasta las escaleras para subir directas a la que iba a ser nuestra habitación y a mí se me olvidó cualquier estímulo externo que hubiese a nuestro alrededor, en cuanto sentí cómo descendía por mi cuerpo hasta llegar a aquel punto en el que tantas veces me la había imaginado y que ahora se había hecho tan real.
Comimos algo ligero después, sentadas en la mesa que tenían en el jardín, aprovechando que hacía bastante bueno y disfrutando del entorno que teníamos. Pocas veces se podía comer teniendo las nubes casi rozándonos. Nos echamos la siesta en una de las hamacas que había colgada entre dos árboles, abrazadas por miedo a que nos cayéramos de ahí y después estuvimos tranquilamente disfrutando del entorno, no haciendo nada, pero haciendo todo al mismo tiempo.
—¿Te parece si preparamos algo para cenar? — me preguntó Luisita después de salir de la ducha que nos habíamos dado las dos juntas.
—Vale — dije — ¿Qué quieres que hagamos?
—No sé — respondió dubitativa — ¿qué te apetece a ti?
—A mí me apeteces tú — dije enseguida acercándome sutilmente a ella.
—Amelia — protestó — que hablo en serio.
—Y yo — seguí, mordiéndome el labio — Te lo estoy diciendo muy en serio — colé mi mano por dentro de su toalla, sintiendo su piel — Estás tan guapa con el pelo mojado, no sé por qué no te lo dejas ondulado más veces — comenté cogiendo uno de los mechones con mi otra mano y haciendo referencia a cómo le quedaba el pelo al salir de la ducha — Me pone muchísimo.
—Amelia — se quejó, pero aceptando mi beso con gusto — ¿No has tenido suficiente?
—Nunca.
—Eres un caso.
—Como si tú no quisieras.
—Sí — susurró — Pero también me apetece hacer alguna cosa más. Porfa, preparamos algo para cenar, un vinito, enciendo la chimenea y luego ya te dejo que hagamos lo que quieras.
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Un sueño compartido
FanfictionLuisita juega en el Perfumerías Avenida y Amelia en el Uni Girona. Más allá del baloncesto, creen que no tienen nada en común, pero, a veces, no todo es como parece. Fic escrito junto con @Improv_ISA