Después de conseguir el Eurobasket y pasar unos días con mi familia, había llegado el momento de aprovechar las últimas semanas que tenía para estar con Amelia. Habíamos tenido nuestras dudas, pero, tras aquella confesión que me hizo la morena de sus ganas de ir a Estados Unidos, terminamos organizando el viaje y yo me encargue expresamente de los lugares a los que poder ir, queriendo pasar también por aquel estado que me acogió durante cuatro años.
Teníamos el vuelo desde Madrid, así que Amelia había venido dos días antes y habíamos estado las dos juntas por allí, disfrutando de los desayunos mientras conversábamos con mi abuelo Pelayo, paseando por el Retiro y presentándole a algunos de mis amigos de la capital. Me había gustado mucho tenerla por allí, compartiendo mis cosas, pero también tenía muchas ganas de escaparme con ella y dejar un poco atrás todo lo demás.
Mi padre nos acercó hasta el aeropuerto, después de que no dejara que fuese mi hermana la que lo hiciera, y nos ayudó con las maletas hasta que pudimos facturarlas. Nos despedimos allí de él y nos fuimos hacia el control para pasar nuestro equipaje de mano. Pasé yo primero sin ningún problema y esperé a que Amelia hiciese lo mismo, mientras me colocaba las deportivas que me habían obligado a quitarme para que no pitaran por aquella máquina del infierno. Sin embargo, cuando la morena consiguió pasar, vi que una de las agentes de seguridad se acercaba a ella y la apartaban un poco mientras la obligaban a llevar su mochila con ella.
Me acerqué para saber bien qué pasaba, cuando pude ver que la obligaban a abrir y comenzaban a registrar todo lo que llevaba allí dentro. Abrieron uno de los dos neceseres, sacándole dos botes que llevaba del tamaño más grande al que se aceptaba y continuaron con el otro. La mujer empezó a sacar algún que otro juguete que Amelia había decidido meter ahí, para mi sorpresa, y no pude evitar echarme a reír nada más verlo y comprobar lo roja que se estaba poniendo la morena.
Me di la vuelta, intentando que no viera mi risa, hasta que noté que pasaba a mi lado sin querer comentar absolutamente nada sobre lo que había pasado. Simplemente caminando directa hacia la puerta de embarque, sin dirigirme la palabra.
— Qué calladito te lo tenías — comenté después de acelerar el paso para ponerme a su altura.
—Mira, de verdad, en qué momento se me ocurrió.
—Pues no lo sé, pero bendito momento, porque me muero de ganas de usarlos. — susurré en su oído — Aunque, amor, podrías haberme avisado, que vamos, la de seguridad debe haberse imaginado ya de todo. La veo poniéndonos control en el avión por si acaso, o camaritas, yo en el baño no me meto contigo por si acaso — bromeé.
— Cállate, que todavía te los tragas.
— No pensaba yo hacer eso precisamente, pero lo que tú quieras — le guiñé el ojo y me fui hasta los bancos que había al lado de la puerta para sentarme mientras esperábamos a que nos dejaran pasar.
******************************
Tras ocho horas en el avión, por fin llegamos a nuestra primera parada. Habíamos decidido que queríamos pasar unos días en Nueva York para que Amelia pudiese disfrutar de aquella ciudad que tanta gente quería visitar y que merecía realmente la pena.
Decidimos coger un uber que nos acercara hasta el hotel y así poder ver desde aquel vehículo un poco de aquellas maravillosas vistas que nos ofrecía el transporte. No podía dejar de mirar la carita de ilusión que tenía la morena y, mientras ella no despegaba sus ojos de la ventanilla, yo acariciaba su mano suavemente, disfrutando de lo bonita que estaba tan emocionada.
El conductor nos dejó en la puerta del hotel y, tras hacer el check-in, subimos a la octava planta donde se encontraba nuestra habitación. Amelia dejó enseguida la maleta en el pasillo de nuestro primer alojamiento en el país americano y fue corriendo a ver las vistas que había desde la ventana. Yo la seguí, un poco más calmada y abracé su cintura, mientras apoyaba mi barbilla en el hueco de su cuello.

ESTÁS LEYENDO
Un sueño compartido
FanfictionLuisita juega en el Perfumerías Avenida y Amelia en el Uni Girona. Más allá del baloncesto, creen que no tienen nada en común, pero, a veces, no todo es como parece. Fic escrito junto con @Improv_ISA