27. Secuelas

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Sé que lo hago siempre,
camino por la cuerda floja,
juego con fuego.
Pero si buscas estabilidad,
ese nunca seré yo.
Si buscas en quién confiar,
ese nunca seré yo.
Si buscas a alguien,
que sea todo lo que necesitas,
ese nunca seré yo,
por más que lo intente.


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Jungkook se despertó esa noche con un dolor terrible en el pecho, enseguida, se sentó en su cama, tratando de encontrar el aire que les faltaba a sus pulmones. El dolor era terrible, de repente, empezó a sentir que su corazón estaba por explotar, las lágrimas no tardaron en llenar su rostro, agarró su pecho con sus manos, como tratando de que eso le ayudara a tranquilizarse, pero estas temblaban, y esto solo aumentaba su desesperación.

—¡Papá! —gritó, desesperado porque alguien evitara lo que parecía su inminente muerte—. ¡Papá!

Trató de levantarse de la cama, pero sus piernas le fallaban, por lo que terminó cayendo al suelo, y llorando más. Quería seguir gritando por ayuda, pero le era imposible, su garganta no respondía, no podía hablar, el llanto era tan fuerte que ocupaba todos sus sentidos. Aún en el suelo, atrajo sus piernas contra su torso, mientras mantenía sus manos entrelazadas contra su pecho. Sentía que ese era el fin, siguió llorando un poco más, sabiendo que debía parar y tranquilizarse, pero sintiéndose incapaz de hacerlo.

No supo cuánto tiempo se mantuvo así, al borde de la vida, hasta que vio a su tía entrar en su habitación.

—Jungkook, ¿qué sucede? —preguntó ella, frotando sus ojos, y apenas despertando—. ¿Qué haces ahí tirado? Son las cuatro de la mañana.

No contestó, solo siguió llorando y quejándose por el dolor que sentía en el pecho. Entonces la mujer pareció darse cuenta de que algo pasaba, abrió mucho sus ojos y se acercó a él.

—¿Qué sucede? —preguntó, esta vez con una voz más mansa—. Tranquilo, ¿sí? Cálmate y dime por qué lloras.

El chico soltó otro sollozo, y negó con la cabeza. No podía hablar, no podía moverse, no podía pensar, no podía hacer nada, y estaba a punto de morir por eso.

—Cariño, calma, calma —dijo la mujer, sobando su espalda —. Debes calmarte, ¿necesitas un vaso de agua? Iré por uno, ¿sí?

Jungkook quiso pedirle que no se fuera, que no le dejara solo, pero no pudo, así que tuvo que ver como la única persona que podía salvarlo salía por la puerta de su habitación, dejándolo a merced del pánico.

Se mantuvo en el mismo lugar, llorando con la misma intensidad hasta que oyó de nuevo pasos por la escalera, y segundos después, vio a su padre entrar por la puerta.

—Jungkook, ¿qué sucede? —dijo, arrodillándose junto a él.

El afectado repitió las acciones anteriores, y solo negó con la cabeza, mientras lloraba cada vez más fuerte.

—A ver, tranquilo —dijo el hombre, acercándose y abrazándolo con fuerza —. Ya, ya, tranquilo, respira profundo, vamos, cierra los ojos y respira conmigo. Estás a salvo, nada te pasará, ¿sí?

Jungkook asintió, mientras apoyaba su frente en el hombro del hombre y cerraba sus ojos con fuerza. Se mantuvo así por unos minutos, ahora empezaba a sentir el pecho más ligero, como si una gran carga empezara a ser quitada de encima de este; se tranquilizó un poco. Ya no estaba solo, no moriría en esa oscuridad, su corazón no iba a explotar, su padre estaba ahí, su padre lo cuidaba, lo tenía en sus brazos, no tenía que preocuparse por nada si su padre lo tenía entre sus brazos. Estaba a salvo.

Un Pecador en el Pueblo (KTH/JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora