44. Primer amor

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Solo los tontos se apresuran
Y he sido un tonto antes
Esta vez iré más lento
Porque creo que esto podría ser más
Ser lo que estuve buscando

Por favor no digas que me amas
porque podría no decirlo de vuelta
No significa que mi corazón
no se emocione cuando me miras así
No hay que preocuparse
solo mira donde hemos llegado, así que
por favor no digas que me amas
Porque podría no decirlo de vuelta

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La primera vez que Jungkook vio a Dongjun terminó en la enfermería.

Apenas tenía doce años, y se encontraba en las gradas del coliseo escolar en dónde el equipo de básquet hacía sus prácticas. Llevaba un tiempo en el club de teatro y por primera vez tenía un papel con líneas, así que en cuanto consiguió el libreto no pudo dejar de estudiarlo.

Ese recreo había dejado a su grupo de amigos en el comedor, después de que se burlaran del papel que obtuvo en la obra de ese año. Ellos no comprendían la importancia de ser el árbol número uno en el musical de Blanca Nieves. No entendían el valor del arte.

El punto era que él estaba muy emocionado, tenía dos líneas y un solo al principio de la canción del bosque. No podía pedir más. Se encontraba analizando los diferentes tonos de voz que podía usar, cuando un golpe en la cabeza lo empujó contra el suelo de las gradas, sus hojas cayendo a un lado.

—Perdón, perdón —escuchó a alguien decir. Él aún tenía los ojos cerrados—. Perdóname, ¿estás bien?

Jungkook estaba seguro de haber visto con anterioridad a todos los jugadores del club, pero nunca le habían parecido lo suficientemente interesantes como para grabarse sus rostros; hasta ese momento, en que las facciones de Dongjun parecieron ser grabadas con fuego en su cerebro.

—En serio lo lamento —le dijo ese niño quince minutos después, mientras ambos esperaban a que la enfermera volviera con una pastilla para el dolor.

Jungkook estaba sentado en una de las camillas de la enfermería, mientras que el otro niño lo miraba desde una esquina, con una expresión llena de arrepentimiento.

Era un chico alto, al menos siete u ocho centímetros más que Jungkook, quien, por alguna razón, no podía dejar de mirarlo.

—Está bien, al menos no morí —dijo este último, tratando de que el otro muchacho se sintiera mejor, lo cual era irónico, ya que él no era quien estaba herido.

Dongjun rio un poco, mostrando unos hermosos hoyuelos en el proceso, Jungkook no pudo evitar perderse en ellos. Entonces llegó la enfermera. El jugador de básquet se volvió a disculpar y salió del lugar, más no del corazón de aquel niño pelinegro que acababa de conocer a quien sería lo que él creía que era su primer amor.

A los catorce años, Jungkook ya sabía que era diferente, y lo confirmó cuando su primer beso no trajo mariposas a su estómago o emoción alguna. Dalmi era muy linda, pero ese no era el tipo de atractivo que él buscaba. Volvió a dejar la botella en el centro del lugar, resignado a haber perdido su turno, y convenciéndose de que nunca tendría la oportunidad de besar a la persona de ese círculo que realmente le interesaba.

Siete turnos después, y un momento antes de que él decidiera rendirse y dejar de jugar, la botella volvió a traerlo al juego, apuntándole con su pico.

—¡No vale! ¡Debe ser una chica! —se oyó a alguien gritar.

—¡No hay cambios! —gritó uno de los amigos de quién había hecho girar la botella, empujándolo entre risas, de seguro con el fin de molestarlo.

Un Pecador en el Pueblo (KTH/JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora