39. Padres y Paredes

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Hey papá, mírame
Piensa de nuevo y háblame
¿Crecí de acuerdo al plan?
Me estoy esforzando por lograrlo
Solo quiero que estés orgulloso
Parece que nunca voy a ser
suficientemente bueno para ti
No puedo fingir que estoy bien
(No puedo soportar otra pelea)
Y no puedes cambiarme

Lo perdimos todo
Nada dura para siempre
Lo siento
No puedo ser perfecto
Ahora es demasiado tarde
Y no podemos volver
Lo siento
No puedo ser perfecto

●●●●

Una llamada puede hacer la diferencia entre la guerra y la paz, entre la vida y la muerte. Una llamada podría haber hecho la diferencia esa tarde, pero no fue recibida, pues el celular receptor reposaba apagado entre granos de arroz crudo.

Los pasos del zapato de tacón Yunseo no alertaron a nadie en el piso de arriba, ni la puerta delantera cerrándose, el sonido de la escalera, o el girar de la perilla.

La mujer estaba ya de por sí enojada. No era posible que el pastor del pueblo fuese tan irresponsable como para dejar que su hijo volviera a casa solo. Trató de ser amable con la familia, reaccionando con solo un leve disgusto y volviendo enseguida a su casa para poder quejarse de ellos sin que la escucharan.

Pero de todo lo que esperaba encontrar, definitivamente no estaba preparada para eso. Cuando Kim Yunseo abrió la puerta de la habitación ajena, su furia sobrepasó los límites de su cuerpo.

El ver esa figura masculina cernirse sobre el cuerpo de su hijo, el notar la forma en que su boca se movía sobre la de este, el modo en que sus cuerpos se tocaban, la manera en que sus manos acariciaban sus costados. Fue demasiado para ella.

Las palabras salieron de su boca incluso antes de que su mente pudiera aprobarlas, y en tan solo segundos ambos chicos se habían separado y levantado del colchón que había sido testigo de sus actos pecaminosos.

—Mamá... —fue todo lo que su hijo respondió.

No, no era momento de llamarle así, no era momento de mirarle con esos ojos llenos de lágrimas. Ella no caería en ese chantaje, sabía muy bien de lo que el chico era capaz como para caer en su teatro. Ella en serio se había preocupado por él, hasta había sentido algo de culpa por no haber dejado que los acompañara, pero ahora todos esos sentimientos se habían esfumado. El chico estaba bien, perfectamente bien, revolcándose con otro hombre en su cama como un cualquiera. De seguro ambos se habían burlado de ella en ese mismo lugar, de la forma en la que lograban engañarla para hacer sus cochinadas. Ella no permitiría que siguieran haciéndolo.

—Mamá... —insistió el muchacho—. S-solo escúchame... por favor...

—¡¿Qué carajos quieres que escuche, Kim Taehyung?! —Yunseo no podía calmarse, no podía estar bien ante tal falta de respeto.

—Solo... —El chico tomó aire, ajustando una voz tambaleante—. Perdón.

La mujer soltó un resoplido. No iba a caer en ese juego, no creería esa actuación del chico herido, no de parte de alguien que acababa de hacer lo que vio.

—¿Perdón? —cuestionó ella, avanzando hasta ingresar por completo a la habitación. Los dos chicos se encontraban parados del lado derecho de la cama, ella avanzó por el otro lado, acercándose al escritorio de su hijo, de donde tomó un portalápices de vidrio—. ¿Perdón por qué, Taehyung?

El chico no contestó, se limitó a mirarle con ojos llorosos, fingiendo inocencia. Eso aumentó su enojo. Enseguida estrelló el adorno contra el suelo.

Un Pecador en el Pueblo (KTH/JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora