47. Familia

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Disperso a través de mi linaje familiar
Soy tan bueno para decir mentiras
Eso vino del lado de mi madre
Dije un millón para sobrevivir
Disperso a través de mi linaje familiar
Dios, tengo los ojos de mi padre
Pero los de mi hermana cuando lloro
Puedo correr, pero no esconderme
De mi linaje familiar.

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Jeon Myeong-suk no era una mujer perfecta, y ella lo sabía. Aún cuando fue criada en una familia cristiana, había cometido errores, y es que así se refería ella al hecho de haberse acostado con un chico a los diesisiete años sin estar casada antes con él.

En esa época no había tanta tecnología como en la actualidad, pero los chismes seguían moviéndose con vida propia. El chico le había contado a sus amigos, y estos a otros amigos. Cuando la noticia llegó a los oídos de su padre, este la golpeó. A veces incluso podía asegurar que al tocar su mejilla derecha todavía era capaz de sentir el dolor de la cachetada que le dió ese día.

Un poco después ella entendió que había pecado, que lo que hizo no fue correcto, así que aceptó todo lo que venía con esa acción, cada consecuencia y castigo. Para su buena suerte el chisme pronto se convirtió en un rumor y al ser negado por el chico y ambas familias, rápidamente desapareció. Myeongsuk le puso fin a cualquier desvío. Se enfocó en llegar a la universidad y estudiar hasta el cansancio, buscó un trabajo a distancia que le permitió cuidar también de su padre y ocupó su tiempo libre en la iglesia y el servicio a esta.

Cuando su padre murió sintió que había perdido una parte de ella, el hombre demandaba tantos cuidados y atenciones que acaparaba gran parte de su tiempo. El ya no tenerlo más le dejó a la deriva, con demasiado tiempo que cualquiera de su edad debería estar ocupando con sus amigos o pareja; pero ella no tenía eso, no aparte de la gente de la iglesia.

Por esta razón, cuando su hermano llamó diciéndole que necesitaba posada, ella aceptó gustosa. Ella siempre quiso tener hijos, pero el destino que le fue impuesto nunca se lo permitió, por eso le emocionaba incluso más la visita del hombre, pues siempre amó a su pequeño niño. Jungkook, cómo cualquier otro niño, representaba uno de sus deseos, un pequeño infante con ojos grandes y brillantes al cual cuidar y educar.

Sin embargo, su hermano se encargó de dejarle bien en claro que Jungkook ya no era en lo absoluto un niño. El chico estaba en problemas serios, problemas que tenían la palabra sexo escrita por todas partes.

Ella no podía creer eso, no podía creer que ese pequeño de sonrisa preciosa pudiera estar involucrado en tales actos.

Porque el sexo antes del matrimonio no era bueno, no era puro, no era hecho con buenas intenciones.

Ella casi suelta el teléfono cuando el hombre le dijo que esos problemas además tenían que ver con otros chicos y con una conducta homosexual.

No, eso tenía que ser una mentira.

El día en que ambos hombres llegaron a su casa, ella se aseguró de ser muy cuidadosa en su objetivo de hallar la verdad. Cuando ambos terminaron de instalarse en los cuartos restantes que tenía la gran casa, ella les estaba esperando con una gran cena en la mesa de la cocina.

Su hermano le dió las gracias y quiso empezar a comer enseguida. No obstante, ella le detuvo e invitando a Jungkook a tomar asiento, les instó a realizar una oración para agradecer por los alimentos.

Un Pecador en el Pueblo (KTH/JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora