36. Punto de Quiebre

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¿Por qué luces tan triste?,
hay lágrimas en tus ojos,
vamos, ven a mí, ahora.
No te avergüences de llorar,
déjame verlo todo, pues ya he
visto tu lado oscuro también.

Cuando la noche cae sobre ti,
y no sabes qué hacer,
nada que confieses,
podría hacerme amarte menos.
Estaré junto a ti,
me quedaré junto a ti,
y no dejaré que nadie te dañe.

●●●●

Jungkook terminó de beber su malteada de banana, dejó el vaso sobre la barra con determinación, y llamó a la chica que atendía el lugar.

—Otro de estos, por favor —pidió, con una expresión lastimera parecida a la de un hombre que acaba de pasar por su tercer divorcio.

—Necesitas algo más fuerte que esa malteada —se burló Soojin a su lado. La chica bebía un vaso enorme de piña colada.

—Lo tuyo es más azúcar que alcohol, no puedes juzgarme.

Ella se rio, para luego bajar gradualmente su sonrisa.

—¿Hoy también pasaremos por el supermercado? —preguntó.

El muchacho suspiró, mientras veía como la chica detrás de la barra le dejaba un nuevo vaso en frente. Tomó un trago antes de contestar.

—No, ya estoy cansado —admitió con resignación—. Estoy seguro de que en este punto ya doy lástima.

—Sí das lástima —dijo ella—, pero estás en todo tu derecho.

—¿Esas son tus palabras de ánimo?

—Ya, ya —dijo ella, palmeando su espalda—, ¿qué quieres oír? Si quieres pasar otra vez frente al supermercado, te acompañaré, puedo poner ojos brillosos como los tuyos, tal vez cuatro ojos muevan a Tae más que dos.

—Mis ojos no... —Negó con la cabeza—. Olvídalo, ya no quiero intentarlo.

—La última conversación tampoco terminó tan mal.

—Dijo que yo le avergonzaba —le recordó. Esas palabras aún le dolían.

—Si mal no recuerdo, y según lo que me contaste, luego dijo que lo que avergonzaba era el haberte dañado. Tal vez solo no supo expresarse al principio.

—Da igual, es lo mismo —declaró él—. Él volvió a hablar de lo que es natural y lo que no, de que fui un experimento para él, de que estaba confundido... Yo en serio creí que ya habíamos pasado por esta fase.

—Entiendo eso —dijo la chica—, pero también lo entiendo a él. Créeme, no es tan sencillo.

Jungkook se giró para mirar a la chica con una mueca de incredulidad.

—¿De qué hablas?

Ella suspiró, y tomó un sorbo de su bebida antes de empezar a hablar.

—Yo estuve en su lugar —le explicó.

Jungkook lo dudaba. Soojin no había estado en una de esas instituciones a la que llevaron a Tae, pero ella no sabía esa parte de la historia, él solo le había dicho que el rubio estuvo asistiendo a una iglesia nueva, una en la que estuvo recibiendo asesoramiento. En realidad, esa era la versión oficial, la que te habían dado al pastor del pueblo para esparcir, la que sabían todos los hermanos de la congregación.

—Créeme, hace casi tres años mi cabeza estaba hecha un lío —siguió la chica—. Cuando leía sobre la comunidad y lo aceptada que era en otros países, cuando veía a gente igual a mí en libros y series me sentía bien; como si fuese algo normal y yo fuese alguien normal y común, alguien que pudiera vivir tranquila. Luego escuchaba a mi padre hablar sobre cómo yo estaba mal, y de repente empezaba a creerlo, las dudas entraban a mi cabeza, todo sobre lo que el día anterior había estado tan segura se volvía confuso.

Un Pecador en el Pueblo (KTH/JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora