57. Obitus

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Y estaré usando blancocuando ingrese a tu reino

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Y estaré usando blanco
cuando ingrese a tu reino.
Tan joven como el anillo en mi dedo.
Nunca conocí ese amor de un hombre,
pero se sentía bien el tomar su mano.
Hay un chico en la ciudad
que dice que me amará por siempre
Quién diría que ese 'por siempre'
sería cortado por la filosa cuchilla
de una vida corta.
Oh, bien. Tuve tiempo suficiente.

••••

La muerte no es algo fácil de aceptar, siempre dolorosa y siempre una obligación. Todos están obligados a morir, pero no todos lo aceptan con facilidad. Cualquiera pensaría que en un pueblo pequeño las posibilidades de que todos sufrieran la perdida de un alma joven serían altas. Mas las posibilidades no siempre son correctas.

Esa tarde de finales del año fueron pocas las personas que lamentaron la noticia que llegó a sus oídos. El invierno iniciaba, y el frío empezaba a llenar el ambiente, tal vez escapando de las almas de sus habitantes. Fueron muy pocos los que lloraron el fin de esos dieciocho años de vida. Fueron muy pocos los que vieron a una persona en esa noticia.

Eso le pasa a los pecadores.

La homosexualidad siempre trae cosas malas, siempre.

Es el castigo divino.

De repente no era una persona, no más que un alma entregada al pecado. Una lección para los más jóvenes, una advertencia. Fueron pocos los que lloraron. Unos cuantos compañeros de colegio, y dos o tres feligreses que se compadecieron de la juventud perdida. Un padre y una madre que más que llorar una perdida se lamentaban por no poder haber sacado el pecado de un alma que llevaba su sangre. Tal vez la abuela fue la única persona dentro de la familia que lloró por las razones correctas.

El resto del pueblo se interesó más en hablar de lo que había pasado y dar opiniones que nadie había pedido.

Los cultos de la iglesia fueron cancelados hasta nuevo aviso. Desde el incendio sucedido el domingo durante las sesiones de bautizo algunas personas habían quedado traumatizadas. No se les podía culpar, incluso el pastor fue hospitalizado después de que lo sacaran apenas consciente. Y entre los invitados se contaban historias que parecían poco realistas; desde haber visto al mismísimo diablo lanzando esas bolas de fuego por las ventanas, hasta haber visto angeles en la bodega.

De todas maneras, la iglesia fue pronto desocupada y se hicieron grupos para limpiar y reparar lo dañado. Después de sesiones de arduo trabajo se compró pintura blanca, porque el negro era el color del pecado y ninguna iglesia podía llevar sus paredes negras. Ninguna iglesia podría mostrar algo que no fuese perfección También se limpiaron las manchas rojas del piso, aunque la sangre es complicada de quitar.

Un Pecador en el Pueblo (KTH/JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora