26. Veneno Salvador

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No es tu culpa
que yo arruine todo
No es tu culpa que yo no
pueda ser lo que necesitas
Los ángeles como tú no pueden
volar al infierno conmigo.
Soy todo lo que ellos
dijeron que sería.

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Jungkook miró el amanecer sentado en su escritorio, con la vista fija en el pequeño pedazo de cielo que no era cubierto por edificaciones a través de su ventana. A su lado tenía una lata de soda de uva, la bebió deseando que pudiera quemar su garganta como el alcohol, pero por más que lo quería, la soda seguía siendo demasiado leve, tal vez era hora de decidirse e ir a buscar las botellas de vino que su padre había comprado para reponer las que él había "roto" en el día de navidad.

Ya no sabía cómo sentirse. Definitivamente tenía mala suerte. Las cosas en su vida solo parecían mejorar para luego hacer que la caída hacia la desgracia fuese más dolorosa. Ya ni siquiera se sentía triste, solo enojado, muy enojado, con su familia, con la gente de ese pueblo, con él mismo y con el mundo.

La noche anterior había ido a contarle todo a Tae, él en serio no había querido caer ante el miedo que ese mensaje le había provisto, estaba seguro de que, si le hablaba de eso el chico terminaría por decirle que hiciera cualquier cosa antes de ceder ante amenazas, sin importar cuán peligrosas fuesen estas.

Sin embargo...

Su determinación se había ido por la tubería al ver la sonrisa de Taehyung mientras era aplaudido por la gente del pueblo, la forma en que lo amaban, la manera en que era respetado e incluido.

Esas personas habían estado con él toda su vida, de una u otra manera. Ese era su mundo, lleno de canciones puras y sonrisas fraternas, de chocolate caliente y admiración.

Era tan diferente a lo que él podía ofrecerle, al mundo lleno de miradas reprobatorias, vino barato y besos en callejones.

Pasó el resto de la noche cuestionándose eso: si valía la pena pedirle a Taehyung que dejara todo lo demás por él. Y es que, él tenía la culpa de todo, de poner en riesgo ahora su seguridad y estabilidad en el pueblo.

Taehyung estaba bien antes de conocerlo. Sí, pensaba que tenía una enfermedad, pero aún así era capaz de vivir feliz, sonriéndole a los demás, siendo parte de sus actos sin problemas. Ahora, él había llegado a llevarlo por un camino peligroso, que podía terminar por destruirlo. Y ese mensaje era la prueba.

Taehyung tenía todo lo necesario en ese lugar, y Jungkook no podía pedir que lo dejara, tampoco iba a dejar que lo hiciera; no por menos, no por lo que él no podía igualar o mejorar.

El problema era él, y la culpa lo empezaba a atormentar. Él había tenido éxito en su plan, había llegado al pueblo, había coqueteado con un chico, y había atrapado a este en su oscuro juego, en el que ambos habían terminado enredados, tanto que habían olvidado por un momento las cadenas que empezaban a apretarse a su alrededor. Ahora él quería salvar al chico, de asfixiarse, o de querer hacerlo solo para acompañarle.

Tomó su celular, y escribió una respuesta al maldito mensaje, que había llegado a arruinar su tarde, su semana y, de seguro, también su año. Al terminar, dejó una pequeña invitación en el chat de Taehyung, y terminó por lanzar el teléfono lejos de él. Afortunadamente, para el teléfono, este cayó en su cama, salvándose de romperse.

El chico sobre el escritorio suspiró con desánimo. Por un momento esperaba que el aparato se rompiera, para que al menos así, alguien pudiera acompañarle, sintiéndose tan roto y descompuesto como él.

 Por un momento esperaba que el aparato se rompiera, para que al menos así, alguien pudiera acompañarle, sintiéndose tan roto y descompuesto como él

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Un Pecador en el Pueblo (KTH/JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora