58. Refugio I

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Mi amor fue tan cruel
como las ciudades en que viví.
Todos lucían peor en la luz.
Hay tantas líneas que crucé.
Te diré la verdad,
pero nunca me despediré.

Una vez creí que el amor
sería rojo ardiente
Pero es dorado
como la luz del día.

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La primera vez que Jungkook vio Grease tenía nueve años. Él solía escuchar las canciones de la película en un CD viejo que su padre tenía escondido en una esquina del librero. El disco tenía un nombre escrito en un plumón rosado. Jungkook supo que pertenecía a su madre; le pidió a su padre ver el material de origen.

Jungkook no podía creer que existiera un tipo de películas tan poco realista, no podía creer que todos empezarán a cantar y bailar de la nada. Era extravagante, pomposo y algo cursi. ¡Era brillante! Amó cada minuto de esa cinta. Allí supo que le gustaban los musicales.

Fue la primera vez que vio una película en la que la gente cantaba para desahogarse, para expresar pena, emoción o amor. Le gustaron las canciones, pero había algo más. Esa también fue la primera vez en que deseó enamorarse.

Para un niño pequeño la idea de encontrar una persona que le inspirará a cantar algo tan bello como Hopelessly Devoted To You llenaba sus mejillas de sonrojo y su corazón de latidos por la expectativa. Él deseó en ese momento un romance de verano como el de los protagonistas. Y, aunque aún no estaba seguro de por qué le atraía más la imagen Travolta que la de Olivia Newton, estaba seguro de que quería una relación como la de ellos.

Bueno, tal vez debió de ver la película con un ojo más crítico.

En ese momento no le pareció problemática la actitud grosera de Danny, y mucho menos la falta de carácter de Sandy. Todo lo que el niño pudo ver era una historia de amor que acababa en los dos protagonistas subiendo al cielo en un auto mientras detrás sonaba una canción muy pegadiza. Y él quería eso. Sería difícil conseguir el auto volador, pero podría intentarlo.

A los catorce, ya sabiendo la verdad sobre su orientación, vio más películas de romance. Aunque no lo admitiría si alguien llegara a preguntarle. Diario de una pasión le hizo llorar a mares con su final, y de repente tenía un nuevo deseo: quería una relación que fuese capaz de superar todas las peleas y obstáculos, y que pudiera acabar solo con la muerte. También quería la emoción de esa cinta, porque, obviamente, el amor debía sentirse así: escandaloso, ardiente, como esas ganas de besar a alguien justo después de discutir a gritos, cómo esos besos alocados bajo la lluvia después de una confesión. El amor debía sentirse como fuego y calor en sus venas. El amor debía ser enamorarse sin esperanzas y con toda la pasión del mundo. Cómo Danny y Sandy pero también como Allie y Noah.

Cuando tuvo su primera relación, él pensó haber olvidado esas películas y sus deseos de niño, pero el aprendizaje seguía ahí. Por eso, cuando su amor se volvió rojo, él pensó que eso era estar enamorado, cuando en realidad estaba en peligro.

Con Dongjun pudo tener todo lo que deseó de niño, o al menos la mayor parte. Con él se sentía como la letra de esa canción que tanto le gustaba, como esa persona que está dispuesta a esperar sentada, a aguantar hasta el final con devoción por su amado, aunque este le hiciera sufrir. Se sentía como una escena de esa película en la que discutían seguido, pero todos esos gritos terminaban con besos ardientes que le robaban el aliento.

Su primer amor fue fogoso y turbulento, desde el principio hasta el final. Comenzó con un beso en una cocina, y terminó con uno en los vestidores del equipo de básquet, aunque otros dirían que fue en el baño de un juzgado. Desde el principio, le hizo sentir todo, cada fibra de su cuerpo se sentía viva cada vez que el chico se acercaba, se sentía nervioso, como si no pudiera ser él mismo. Y si Danny y Sandy habían cambiado por amor, él podía hacer lo mismo. Pero cuando se dio cuenta, había cambiado tanto que ya casi no se reconocía.

Un Pecador en el Pueblo (KTH/JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora