15. El otro chico

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¿Puedo llamarte bebé?
¿Puedes ser mi amigo?
¿Puedes ser mi amante
hasta el final de todo?

Déjame mostrarte amor,
no estoy mintiendo.
Quédate a mi lado
incluso cuando el mundo
se está cayendo.

●●●●

—Quiero la verdad.

La mujer puso un plato con tostadas frente al chico, y llevo sus manos en puños sobre su cadera, mientras lo miraba recriminatoriamente.

Jungkook le dio un mordisco a uno de los panes antes de hablar.

—¿La verdad sobre qué?

En cuanto Taehyung se marchó minutos atrás, la mujer bajó las escaleras sin dirigirle la palabra, esperó a que se vistiera con su uniforme, puso unos panes en la tostadora, y lo miró fijamente hasta que estuvieron listos para ubicarlos frente a él.

—La verdad sobre tus intenciones —explicó ella, con tristeza en su voz—. Yo no entiendo, tu padre me contó sobre lo que pasó, sobre cómo empezaron a decir estos rumores sobre ti en Busan. Sé que te afectó y empezaste a actuar así para expresar tu disconformidad. Sé que por eso has estado actuando como un chico malo por aquí, para enloquecer a tu papá y hacer que regresen a este lugar en el que inventaron tantas cosas sobre ti, pero, ¿por qué en el mundo quieres eso?

Jungkook dejó de masticar, y después de un suspiro volvió a hacerlo rápido para tragar antes de contestar.

—No fueron rumores —aceptó con un encogimiento de hombros—. Ya se los había dicho, tú eres la que no quiere creerlo.

La mujer le observó desde arriba, apretando los labios, negándose a considerar algo así una verdad.

—A ti no te gustan los chicos, Kookie —reafirmó la mujer, tomando asiento frente a él —. Te conozco, ¿recuerdas cuando fui a visitarlos hace años y me dijiste que tu papá te había regañado porque la mamá de tu amiga Dalmi se había enterado de que ustedes se besaron en un juego de girar la botella? A ti te gustan las chicas.

—No es así —le contradijo, inclinándose en la mesa hacia ella para enfatizar.

—Claro que sí, no sé por qué te empeñas en mantener esta mentira.

—Tía. —El chico dejó su tostada de lado, y miró a la mujer a los ojos—. Bien, escucha, mi primer beso fue Dalmi, pero mi segundo beso fue un chico llamado Dongjun, en el mismo juego. Éramos jóvenes y tontos, y por lo tanto veíamos todo como un juego, y los besos seguían siendo besos sin importar si tenías un pene o una vagina.

—No hables así —le regañó la mujer—. Veo que estás actuando, el tú que yo conozco no...

—No he dicho nada malo —se quejó él—. Solo estoy nombrando partes del cuerpo.  Y el punto es que seguimos siendo humanos, no entiendo por qué se escandalizan con cosas así, es importante hablar con claridad, estamos en el siglo veintiuno, por amor de...

—No nombres al Señor en vano —espetó la mujer con rudeza.

Su sobrino suspiró, guardando la calma. Decidió tomar algo de leche antes de seguir hablando, esta vez mirando hacia la mesa. Los ojos de su tía le hacían sentir aún más incómodo.

—Cuando fuiste a visitarnos yo aún no terminaba de entender lo que me estaba pasando —explicó—. Es decir, sabía que mi atención recaía más en los chicos que en las chicas, pero no estaba seguro de cómo llamarlo. Al besarlos tampoco hay mucha diferencia, como dije, somos humanos, pero hay algo en sus figuras. No me atraen las figuras femeninas, ¿bien? Puedo apreciarlas, como de seguro tú puedes hacerlo, tía, pero no me siento atraído por ellas, no como con...

Un Pecador en el Pueblo (KTH/JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora