48. Decisiones I

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Prometiste el mundo
y caí por eso.
Te puse primero
y tú lo adoraste.
Incendiaste mi bosque,
y luego lo dejaste arder.
Desafinaste mi coro,
porque no era tuyo.

Siempre actuamos a ciegas.
Necesitaba perderte
para encontrarme.
Este baile estaba estaba
matándome lentamente.
Necesitaba odiarte
para amarme.

••••

—No tenías que traerme.

Jungkook giró su cabeza hacia la ventana. Su padre, quien iba en el asiento del conductor, bufó irónicamente.

—Te saqué esa licencia para emergencias, no pa...

—¡Esto es una emergencia! —exclamó el chico, volviéndose.

—Pero yo estaba en la casa —contradijo el padre—. Si yo estoy en la casa y puedo manejar por ti, no es una emergencia. Además, ni siquiera me habías prestado el auto y ya estabas encendiéndolo. Debería castigarte por el simple hecho de pensar en llevártelo sin permiso.

—No tenía tiempo para pedir permiso —se quejó el menor—. Y ya no puedes castigarme más de lo que ya estoy castigado.

El hombre le dio una mirada de soslayo.

—¿Eso crees? Porque aún podemos volver a casa y dejar el viaje hasta aquí.

Jungkook se mordió la lengua. Respiró hondo y se dispuso a guardar silencio. No podía poner en peligro ese viaje, o a Taehyung.

El chico había llamado a su casa cerca de las nueve de la noche, alterado y prácticamente entre lágrimas, para decirle que estaba perdido fuera del pueblo y necesitaba a alguien que lo rescatara.

No con esas palabras, pero era el mismo mensaje.

El punto era que Jungkook tal vez no lo pensó lo suficiente y en un segundo ya se encontraba sentado detrás del volante del auto, definitivamente no esperando que su padre saliera en ese momento de la casa y se parara frente a él. Atropellarlo no era una opción, así que se vio obligado a salir del auto y explicarle la historia para que luego el hombre le permitiera ir, pero con él como conductor.

La ciudad vecina era como un laberinto. Taehyung había dicho que estaba en una tienda cerca de un gran cine local, por lo que Jungkook y su padre buscaron el dichoso cine en cada esquina. Llevaban al menos quince minutos y aún no lo encontraban.

Jungkook quería golpear su cabeza por no haber pensado en darle a Taehyung el número de su padre, así podía llamarlo mientras lo buscaban. Porque el chico rubio había usado un teléfono público, y no había forma de que ellos pudieran llamarle primero.

—¿Seguro que te dijo que estaba cerca de un cine? —preguntó de repente el Sr. Jeon, buscando con la mirada entre los letreros del lugar.

Jungkook suspiró.

—Eso dijo, pero no sé. Se escuchaba algo extraño.

—¿Qué tipo de extraño?

—¿Mareado?

El hombre le dio una rápida mirada. Y Jungkook pudo haberle contestado algo de no ser porque en ese momento sus ojos captaron un letrero brillante con la forma de una cinta de rodaje antigua y la palabra cine en el fondo de la calle.

Enseguida el auto se movió hacia allá. Los ojos de Jungkook fueron directos hacia la tienda de conveniencia que estaba a dos casas del lugar de películas, y no tardaron casi nada en hallar la despeinada cabellera rubia recostada en una de las mesas.

—Para aquí —le pidió a su padre, quien enseguida se detuvo frente al lugar.

Jungkook bajó de prisa. Podría reconocer a Taehyung con facilidad, pues si el cabello que empezaba a desteñirse no era suficiente, el uniforme y los zapatos bien lustrados de seguro tenían algo qué decir.

Un Pecador en el Pueblo (KTH/JJK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora