Encadenados [Ronald Weasley] EN EDICIÓN

Capítulo 44

Junio 01 del 2000

¿Cómo decirlo en pocas palabras?

Es hoy.

Prácticamente es hoy, lo sentí desde la mañana. El tan esperado día a llegado.

Estoy en la sala de mi casa, respirando tan profundo como puedo, envíe a Tinny para que trajera conmigo a Lucy.

Ron se fue al Ministerio antes que las contracciones empezarán horas después.

—¡Ya estoy aquí! ¡Ya estoy aquí! — aparecieron.

Gracias a Merlín ya era hora. Un suspiro de alivio sale de mi.

No puedo pronunciar palabras.

—Bien, Mar, sigue respirando. — exhala e inhala junto a mí, imitandome. — Es por eso que no quiero hijos.

—¡Lucy!

—Sí, ya me concentró.

Se acercó rápidamente conmigo para entrar juntas a la Red Flu.

-

Mi llegada a San Mungo fue muy tranquila, de inmediato me hicieron pasar.

Claro todo esto era obra de Lucy.

Me prepararon con una bata y todo lo necesario, la verdad es que mi pensamiento se centraba más en el terrible dolor que estaba sintiendo.

Volví a la camilla de mi cuarto de hospital, era grande, las paredes blancas y muy espacioso, a diferencia de como había visto a las demás pacientes, ellas también merecían un trato así.

—De acuerdo, Margaret, quiero que te concentres. — me habló la medimaga a un lado mío.

Las gotas de sudor bajaban a los costados de mi frente.

—Quiero que Lucy este aquí. — demande.

—De acuerdo. ¡Háganla pasar!

A la par de minutos Lucy ya estaba conmigo, mientras que yo estaba sintiendo que me desgarraba por dentro.

—Ya envié las cartas a los demás, estarán aquí en no sé cuanto.. — la duda en su voz era notoria y era lo último que necesitaba.

—¡¿Dónde está Ron?!

—Tranquila. —intento relajarme. — También le envié una carta con Tinny, estarán aquí cuanto antes.

Y así pasaron las horas.

-

Un lloriqueo sonó.

No podía creerlo.

Deje caer mi cabeza finalmente.

Lucy tomó mi mano en apoyo durante todo el trayecto, creo que necesitara una pomada para el dolor.

—Bien hecho, Mar. Es un niño bellísimo.

—¿Podrías ver si Ron ya esta aquí?

—Seguro.

Lucy salió, mientras que los demás enfermeros se ocuparon de mí.

-

Me sentía completamente bien de nuevo. Mi respiración era regular. Una nueva bata llevaba puesta. Todo lo esencial estaba listo.

El nacimiento de la hija de Bill y Fleur me hace pensar, ya que cuando escuche el llanto del bebé agache mi cabeza y no puede verlo, estaba tan cansada que no accedí a cargarlo de inmediato.